XVIII

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Boda

FÉLIX

Estoy en el barco, el aire ondula mi capa y los mechones de mi cabello , miro desde lejos las tierras del reino Couffine.

Sirvo un trago de alcohol en el vaso y mientras miro el alcohol, recuerdo a la prometida y ahora futura esposa de Adrien.

Me miró molesta, sé que su cuerpo se tensó cuando estaba sentada en mis piernas.

Y tengo una teoría.

Ella no se siente atraída a Adrien por dos razones:

Hubo un amor antes que él.

O no desea quererlo porque al verlo, le recuerda todo lo que ella no quiere; casarse.

Se notó en su mirada y comportamiento.

Es una chica que sólo quiere ser libre, ¿y quién sería el otro muchacho por el qué sintió algo?...

¿Me habré encontrado con él una vez?...

No lo sé.

Sólo sé que para estar en paz con mi hermano. No debo fijarme en su prometida, hay un problema; ¿el problema?...

Es una chiquilla interesante; se ve que no le importa sí yo y mi hermano somos guapos o no.

No me la puedo quitar de la cabeza, el color de su mirada, la forma de sus ojos y diminutas pecas casi imperceptibles.

En especial ese cabello tan exótico.

Sí no fuera la comprometida, ahora esposa de Adrien, sería otra cosa.

Recuerdo todavía la sensación de sus labios en los míos.

Incluso me hace reír, por su reacción fuí yo su primer beso.

Sonrío negando.

Una mujer no será capaz de ponerme en contra de mi hermano.

-No existes más para mí Bridgette.

Estiro la mano con la que sostengo el vaso en dirección a las tierras del reino.

-Un brindis por ti, Adrien y que seas feliz en tu santo matrimonio.

Dicho eso me bebo todo el licor de un solo trago.

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Marinette:


Raymond, mi padre falso me lleva al altar.
Dos pequeñas niñas tiran pétalos de flores en la alfombra roja y hay otras cuatro niñas atrás que van agarrando el largo velo.

La música nupcial ha comenzado.

No siento alegría, como dije, tuve un cambio de humor; quiero llorar y no por felicidad.

Sólo finjo una sonrisa y muestro que quiero llorar de pura felicidad.

Igual siento muy pocas personas lo creerían, pero así es este cuento, es muy común que las clases altas finjan estar felices en sus matrimonios arreglados.

Miro alrededor, a los invitados y desearía que aquí estuvieran mis verdaderos padres, pero no están porque sólo está invitada la clase alta y algunos caballeros, sólo me tranquiliza ver entre los invitados el rostro de mi amiga Alix, su cara está iluminada y sonríe. Logró colarse con la ropa que le regalé, con esa ropa parece una dama.

Busco a mi hermano entre las personas y me duele el corazón, siento una opresión en el pecho por no verlo.

Qué más ganas de tirar el ramo y salir corriendo.

EL MANANTIAL DEL OCASO (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora