XLIII

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Narrador omniciente


Adrien no terminó de besarla.

—Algo no anda bien —murmuró, porque a pesar de ser la voz idéntica a la de su esposa, no le terminó de convencer—; levántate por favor.

Ella fue obediente y le miró alertada, ¿descubrió no es la Marinette de esa dimensión?

Adrien se llevó las manos a la venda de los ojos para quitárselo, al mismo tiempo, preguntó;

—¿Quién eres?

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Narra Marinette


Nino se fue a otro lado y me dejó lejos de la habitación de Adrien. Se me hace extraño, Nino tuvo un comportamiento tan raro; nervioso, el mismo comportamiento de quién oculta algo.

Escucho el sonido que hace una armadura de metal , de un caballero, miro a mi lado derecho, viene caminando alguien, esto vuelve a hacerme pensar; ¿quieres enfrentarte a ese torneo? ¿yo? ....

Estoy procesando las palabras en mi cabeza, porque me da un interés y a la vez estoy confundida.

—Bridgette...

Levanto la cara y abro más los ojos asombrada, sonrío al ver es Adrien.
No trae puesto el casco, sí, tiene otra armadura, color plata con una mezcla de verde Esmeralda.

—Adrien —respondo.

Él se acerca a mí.

—Creí estabas con mi mamá.

—No, estaba... yo ... —voy a decirle “buscandote" y mi mirada se va a un lado de su cuello, eso me crea al instante una desilución.

Dejo de mirarlo con alegría para verlo con desánimo. Me siento un poco extraña, nunca me había sucedido antes...

Es labial rojo...  Adrien tiene el beso de una mujer en el cuello, vuelvo mirarlo a los ojos.

—¿Estabas buscándome? —pregunta y lo veo raro.

Adrien hizo lo que temía, por estas razones detesté un matrimonio arreglado, por eso me negaba a darle una oportunidad.

Por eso siempre prefería la libertad antes que un matrimonio.

Dejo la pared y retrocedo.

—Sí, te busqué y te encontré...

Él me mira de forma que parece está notando, me di cuenta de su engaño.

—Bri....

Levanto una mano en señal de stop.

—Cállate —saco un pañuelo, este tonto pañuelo debía dárselo sí él llegaba a ganar en la competencia, qué tonta tradición se acostumbra—; ¡ten algo de decencia y limpia eso! —alzo la voz molesta, rota y le arrojo a la cara el pañuelo.

—No, Brid... espera —intenta agarrarme de una mano y me deshago de su agarre.

—¡Esperar nada!

Él me mira con ganas de no darse por vencido, le doy una mirada molesta, me doy la media vuelta para irme y él me detiene agarrándome de la cintura, pone sus dos manos en mi cintura y me abraza a él.

—No te vayas... no de esta manera, no quiero que estemos enojados —susurra cerca de mí oído.

Su acción me deja sorprendida.

—La dulzura no hará que te perdone —respondo.

—Sucedió algo extraño.

—Adrien sueltame.

EL MANANTIAL DEL OCASO (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora