LVII

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Marinette


—Ya entra, sólo estás poniéndome nervioso sí sigues ahí.

Saco un sobrecito color guinda.

—Me esforcé en hacerte una invitación, sólo te hice una a ti, a mis padres y amiga les avisé por conversación.... no soy buena con las decoraciones e intenté hacer que quede bonita para tí —levanté la mano con el sobre.

Él miró y luego a mí.

—¿No vas a aceptar? —pregunto—; las ceremonias son los eventos oficiales que se hacen para los que son como yo....

Agarra el sobre, sonrío, me hace feliz y él mira el sobre mientras pregunta.

—¿En dónde será?

—Cerca del Manantial —me mira en cuanto me escucha.

—¡¿Ahí?!

—Sí.

—¿Están locos? —pregunta.

—¿Por qué?

—Es de noche, en el Manantial....¿qué quieren los de tu clase?... ¿qué te atrapen con ellos?... hay guardias, el Rey ha puesto más vigilancia —dice molesto—, en las fronteras del Reino, en el norte y también en el bosque, sí ven algo sospechoso.... van a atraparte —sonó muy molesto—; ¿de verdad es una ceremonia o una trampa donde tú eres la carnada?

—Aized aseguró no es peligroso.

—¡Es en la noche! —dice—; ¿quién es Aized?

—Una bruja.

—¿Y confías en una bruja?

—Ah... bueno... —me agarré el cabello pensando que no suena muy inteligente confiar pero sí lo hago—; me da buenas vibras...

—No puedo creer lo que estoy escuchando.... ¿y tus padres, los verdaderos, ¿aceptan esto?.... claro, cómo no deberían, sí ellos mismos te dieron a otra familia....

Lo miro a la cara.

—Es obligatorio y soy la de la ceremonia.

—¿Es obligatorio ofrecerte cómo carnada? ¡¿sabes lo qué pueden hacerte sí te descubren?!... —dice molesto y preocupado—; pueden matarte Marinette —dice angustiado—; no tendrán piedad alguna, no vayas a esa ceremonia.... no vayas sí quieres mantenerte con vida.... ¿o es qué no te importa tu vida? —hace una pausa y me mira—; no ya veo que no....

—Quería verte y no tuve opción con la escalera —digo.

Me da una mano.

—¿Estás despidiendote?... —pregunto confundida sin estrechar mi mano con la suya.

—Estoy salvando te..... toma mi mano, puedes caerte de ahí y no me siento cómodo....

—Ah... Eso....—sonrío avergonzada.

Agarro su mano, él se acerca más y mira hacía abajo.

—No me pongas nerviosa —le digo un poco molesta—; sí tú ves abajo me dan vértigos....

—Lo siento —responde—; sujetate fuerte y no mires abajo.

—¿Creés qué tendría ganas de ver hacía abajo?

—A la cuenta de tres —dice—, sueltas la escalera.

—Caeré —digo asustada.

—No —su mirada se encuentra con la mía—; ¿confías en mí?....

EL MANANTIAL DEL OCASO (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora