EL MANANTIAL DEL OCASO (en proceso)

LIII

Narrador omniciente

Una de las doncellas del palacio miró a Marinette salir corriendo, sabía dónde era su habitación, pensó lo peor, que un ladrón se infiltró en el castillo. Asustada, avisaría a uno de los guardias, en el camino lo encontró.

—Algo ha sucedido —dijo el guardia.

—¡Un ladrón! —respondió la doncella.

Él guardia caminando con pasos rápidos a la habitación donde estaba Marinette, echó un vistazo a la doncella.

—En el peor de los casos, puede tratarse de un mismo Tinieblo.

—¡Por amor a Dios! —exclamó la joven asustada—; ¿podréis estad uno de ellos aquí? ... —rápido se persignó—, debería ir ver cómo se encuentra la princesa....

El guardia no respondió, la doncella se apresuró a seguir los pasos del guardia. Su curiosidad es más grande y con el guardia se sentía segura.

Encontraron la puerta abierta de la habitación y la doncella se quedó inmóvil, llevándose las manos a la cara, mirando el cuerpo tirado del caballero Adrien...

—¡Dios! pero sí es... —dijo la doncella.

El guardia observó el interior de la habitación.

—Lo mejor es que te retires puede haber uno de los contrarios.

—¿El palacio ha sido invadido? ¿está muerto?

La doncella no se atrevió a entrar en ese sitio. Permaneció ahí. El guardia al ver que no había nadie, se inclinó cerca del cuerpo de Adrien.

—Está inconsciente ¿por qué alguien lo golpearía con un florero?

—Miré corriendo a—

—La esposa del caballero —completó el guardia y levantó la mirada—; ¿tratarian de hacerle algo a su esposa y él intentó defenderla?

—¡Han invadido el castillo! ... avisaré a la princesa...

—No, déjalos, están recién casados.... primero trae a un médico, yo me quedo aquí.

La doncella asintió y rápidamente fue a buscar un médico que reside cerca del palacio.

Dos sirvientas jóvenes llegaron a la habitación. El guardia pidió trajeran un recipiente lleno con agua y también jabón. Cuando trajeron lo que pidió, ayudaron a limpiarle la herida y con un paño controlar el sangrado. Las dos chicas hicieron su trabajo, limpiando y controlando el sangrado sin decir nada, tenían curiosidad por lo sucedido pero también temian preguntar algo por la presencia del guardia, su porte les hacía sentirse intimidadas.

Enseguida el guardia levantó el cuerpo de Adrien y lo recostó sobre la cama.

Llegaron tres sirvientas más, en silencio sólo se dedicaron a limpiar y recoger el desastre.

—¿Alguna ha visto algo raro? ¿un hombre desconocido en este palacio? —preguntó el guardia acomodando el cuerpo de Adrien.

Las chicas se miraron entre sí y las dos respondieron un "no", así era, ninguna miró a un sospechoso.

Las otras tres sirvientas igual negaron. No vieron y escucharon nada. Después de terminar de limpiar el desastre se marcharon.

—¿Alguien qué haya escuchado algo dentro de esta habitación?

Una de las chicas, la más delgada y con ojeras, habló;

—Me pareció que estaban discutiendo.

El guardia se giró a verla, la chica enmudeció y apartó la vista a otro lado.