V

6 2 0
                                    


Caballero Agreste


ADRIEN

Fuí a hablar con la señorita que quería casarse conmigo, avisándole, ya era un hombre comprometido.

Primero creí eso era una broma de mal gusto por parte de abuelo y padre, no era ningún broma, sino una realidad.

Estuvieron ocultando, me sentí un juguete, un títere, ¡de no ser por ese pavo no sé hasta cuándo lo habría sabido! ...

Semanas después en mis dieciocho años, llegó el día de convertirme oficialmente en un caballero.

Terminé de darme una buena ducha, subí al carruaje que me llevará a la iglesia, me siento un poco nervioso, pero a la vez me distraigo. Pienso en lo que voy a convertirme, en lo que seré el resto de mi vida y también pienso en la desconocida mujer que será mi esposa.

Hija de los nobles.

Se llama Bridgette.

Trato de recordar esa familia y nada llega.

Después de unos minutos de viaje y mirando por la ventana, creo recordar algo; una mujer de aspecto delgado y finos labios.

La madre de la muchacha, trato de recordar la apariencia de Bridgette sí es que una vez ya la vi de niña pero nada.

-Hemos llegado, señor -la voz del hombre me saca de los pensamientos.

-No me llame señor, me hace sentir ya muy viejo y no lo soy. Sólo Adrien, por favor.

-De acuerdo, Adrien.

Bajo del carruaje. El cielo está despejado y el sol está en su esplendor, no falta muchas horas para que se oculte el sol.

Hay un camino de gradas que me lleva a la iglesia y camino por aquí hasta llegar a la entrada y empujar las puertas. Me sorprende lo alto de las figuras que representan los santos.

Hace mucho no ponía un pie en la iglesia.

Listo, recién bañado y vestido de blanco; para pasar una noche en vela dentro de la iglesia.

Cerraron la puerta de la iglesia, dejándome solo aquí adentro, únicamente iluminado el lugar por las velas.

A veces daba miedo la altura de esas estatuas.

Y lo que hice, me arrodillé frente a los santos y pedí perdón por todos mis pecados, por todos mis pensamientos llenos de impureza.

Fue una noche muy larga, no sé en qué momento me quedé dormido, en qué momento mis párpados pesaron y dormí.

Ya para cuando abrí los ojos, los rayos del sol entraron por las grandes ventanas de la iglesia, froté mis ojos y aparté algunas lagañas de mis ojos, estiré mi cuerpo y sonreí al recordar cada que mi mamá entraba a mi habitación para darme los buenos días.

Pasé una mano por mi cabello y me puse de pie, caminando entre las bancas y mirando las ventanas, cuando las puertas de la iglesia fueron abiertas y entraron los caballeros; el príncipe Luka, con su armadura puesta de color azul y Kim, usando la armadura color naranja. Sonreí al verlos.

Ellos también me dieron una sonrisa al verme y noté que traían algo de ropa en sus manos.

-Buenos días Adrien -dijo el príncipe Luka.

-Buenos días, su alteza -hice una reverencia.

-Es ridículo -habló Kim con un gesto de desagrado-, no hagas eso sí nadie está aquí para ver si tenemos muchos modales.

EL MANANTIAL DEL OCASO (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora