XXII

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Día rojo

• NARRADOR OMNISCIENTE •

Las palabras de Sabine dejaron pensativa a Marinette, no le afirmó que hubiera hecho algo así pero, ¿sería posible?

Era muy pronto para que Adrien sintiera algo por ella, escondiendo aquél pequeño frasco que contenía un líquido rosa brillante, miró a Adrien, estaba platicando con una pareja noble.

Sus verdaderos padres tenían una panadería, más conocida por los habitantes del reino Couffaine.

Sí Sabine, su propia madre, entregó un frasco para beberlo y de esa forma sentirse atraída físicamente, sentimentalmente a Adrien, pudiendo de esa forma culminar su matrimonio en la noche de bodas; ¿quién no decía que pudo haber usado alguna poción de amor para que Adrien se enamorará primero de Marinette?

¿Podría ser posible?

Marine, el hermano de Marinette, se retiró de la mesa donde estaban, miró preocupado a su hermana.

Marinette lo miró.

—Las ví —habló primero su hermano—, ¿ocurre algo?

Marinette dejó ver un poco del frasco que trataba de ocultar entre las telas de su vestido.

—Hablaremos después y me dirás lo que sabes —dijo Marinette.

Lo dejó ahí y dejó sobre una mesa el cesto lleno de panes que llevó Sabine.

«La poción pudo haber estado en un pan y sí ese pan se lo comió Adrien…» pensó Marinette. Negó con la cabeza y escuchó la voz de Adrien detrás de ella.

—El baile comenzará, es nuestra boda, ¿gustas bailar conmigo?

Se giró a verlo, él dio su mano esperando ella aceptará, sonrió con amabilidad y se notó un leve sonrojo en las mejillas de Adrien.

—Sí, bailemos —respondió.

Agarró la mano de Adrien  y  escondió aquél frasco pequeño dentro de un bolsito discreto que tenía su vestido.

Adrien estaba feliz de que ella hubiese aceptado, Marinette lo miraba y se ponía a pensar; «¿estará bajo el efecto de una poción?... sí es así pronto lo descubriré»

Otros nobles se unieron y comenzaron a bailar. El pastel de bodas se partiría hasta el anochecer y el sol apenas se ocultaba en el horizonte.

Fueron cuatro canciones que bailaron, moviéndose bajo la melodía creada por violines.

De forma inesperada, Marinette dejó de bailar, le dijo a Adrien que la disculpara, no bailaría más. No era por ser mal educada, sino un dolor que se hizo presente bajo el abdomen.

Y sin más espera, sintió que algo salió.

Sus ojos se abrieron de un asombro no muy bueno.

Era una chica irregular y justo en el día de su boda, llegó a estar en sus días.

Otro problema; traía un vestido blanco.

Se puso tensa y nerviosa al imaginar lo peor, que su vestido se manchara de rojo, sería tan vergonzoso…

                   

EL MANANTIAL DEL OCASO (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora