VIII

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Tanta presión

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Narra Marinette:

Nuestros padres y el abuelo de Adrien se fueron en otros carruajes. A mí y Adrien nos tocó ir  juntos pero no solos, sino acompañados de su tía Amelie.

Llegaría a lo que se supone ahora sería mi casa. Desempacaria mi ropa y después tendría que volver a casa de Los Agreste.

No miré a Adrien, de hecho no estaba a mi lado porque su tía se sentó en medio, era gracioso que nos cuidarán un poco, siendo que no íbamos a hacer nada y además estábamos comprometidos.

Miré por la ventana del carruaje y observé con fascinación los adornos que han puesto en el reino, hay flores de sólo dos colores; blancas y azules. Las calles están llenas de papel picado de figuras colgadas a través como si fuesen tenderos. También por todas partes está la bandera del reino; una bandera color morada que en el centro tiene una serpiente color azul. Algo muy característico de los reyes, ese animal los representa y no sé por qué...

—Todo está muy bonito, ¿no lo crees? —dijo amable Amelie. Tiene una voz muy bonita, de verdad estoy segura que es una mujer de buen corazón.

—Sí, muy bonito.

—Lo sería aún más sí se atrevieran a dibujar algo en sus murallas, en la plaza, algo artístico...

Volteé a mirarla.

Luce tan refinada, parece que estoy hablando con mi futura suegra.

—¿Dibuja? —pregunté y sonrió.

—Un poco pero no soy tan buena en ello. ¿Tú dibujas?

—Claro —contesté sonriendo, esta vez no es sonrisa fingida—; pinto, me encanta pintar... sí el rey quiere que haga un hermoso cuadro no dude que lo haré.

—Me ofrezco como tu ayudante y Adrien ya es testigo de mis palabras —sonreí y miré a Adrien quien sólo estiró los labios en un intento de sonrisa, sin mirarnos.

—¿Siempre es así de serio Adrien? —me hice la curiosa.

—Ya no lo es tanto, seguro tu belleza lo ha dejado apenado —afirmó con una risa y yo sólo sonreí.

—Me halaga y más viniendo de alguien muy hermosa como lo es....

—Puedes tutear —respondió con una sonrisa.

—Bien... —miré al frente—; aquí es donde vivo ... ya llegaron  mis padres...

El carruaje se detuvo, pues el otro donde bajaron mis padres estaba delante.

Miré a Amelie y le di la mano para despedirme.

—Oh no es necesario querida... ¿por qué despedirnos sí estarás con nosotros a la hora del té?... te esperamos con tu familia, no olviden llegar. Tenemos que ponernos de acuerdo en todo con respecto a la boda.

Asentí y miré a Adrien que tenía la mirada en la ventana y no a mi o su tía.

—Nos vemos más al rato.

EL MANANTIAL DEL OCASO (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora