XILVII

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Narra Marinette:


Nos miramos sin saber qué decir.

Adrien se acercó y me dió la mano para ponerme de pie.

-No hay ladrones por lo visto y trajiste un arma de fuego Adrien.

Me solté de Adrien para sacudir mi vestido de la arena.

-Nunca se sabe, ¿tienes frio?... podemos, no -alcé una ceja intrigada por escuchar lo que diría Adrien-; no podemos llegar así a la casa, llegaremos mojados y....

-¿Qué propones? ¿comprar ropa?

-Iremos a la cabaña. No guardé toda la ropa en la maleta , se quedó un cambio de ropa para los dos. Nos quedaremos esta noche ahí y mañana volveremos a la mansión, ¿estás de acuerdo?

-Sí.

Fuí por mis zapatos y mi sombrero.

Caminamos directo a las luces del puerto, Adrien me platicó lo qué hacía de niño; sus momentos en el castillo.

-Un par de veces entrené con Luka -dijo-, en una ocasión.... tuve una discusión con él, dijo que por tener sangre de un inglés no era muy bienvenido a este reino, sólo porque accidentalmente rompí su caballito de juguete.

-Lamento eso.

-No te lamentes, fue sólo cosa de niños. Crecimos y estamos bien.

-¿Aún es tu amigo?

Él sonrió y me miró.

-Sí... o eso creo -se encogió un poco de hombros.

-Dijiste que Kagami es tu amiga, ¿por qué no se acercó a mantener una conversación? los dos parecen más concentrados en sus cosas, y... eso no hacen los amigos.

-¿A ti te gustaría qué Kagami siguiera hablando conmigo?

Me pareció un poco absurdo su pregunta.

-Sí, es tu amiga, no puedo molestarme oh
... ¿a ti llegó interesarte?

Nos detuvimos cerca de un poste de luz, Adrien dijo que ahí esperaríamos un carruaje.

-Kagami no llamó mi interés de esa forma.

-¿Pero lo hizo? -contesté.

-Como amiga -se acercó a mí y me agarró de los brazos, sonrió-; ¿estás celosa?

-No.

-Si Kagami y Luka no se acercan a conversar mucho, es porque ese es su estilo y quizá piensen lo mismo que han dicho otros rumores.

-Sí pasa lo de los rumores, promete que no irás.

Él sonrió un poco.

-No iré, lo prometo.

Pasó un curraje y Adrien le hizo señal de detenerse. El hombre que dirige los caballos, nos dió una mala mirada y antes de negarse, abrió los ojos de golpe en sopresa, miré a Adrien y luego volví a ver el hombre.

-¿Caballero Adrien?

-Sí -dijo Adrien no muy contento por esa expresión del hombre.

-Ah, perdonarme, ¿a dónde los llevo?

-A la cabaña de los Agreste, así es mejor conocida, ¿no?... ¿sí sabe dónde queda? o le doy la dirección

-Sería un vagubundo sí no lo supiera -respondió el hombre-, suban.

Adrien abrió la puerta del carruaje, entré, luego Adrien entró y cerró la puerta.

-Mojamos el asiento, debimos caminar.

EL MANANTIAL DEL OCASO (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora