El día que Claudia asumió la presidencia estaba lleno de emoción, historia y poder. Pero lo que no imaginaba es que esa misma noche, su vida personal se desmoronaría en una tormenta de emociones y malentendidos.
Tras la ceremonia, mientras la noche avanzaba y los líderes se despedían, un político extranjero, conocido por sus costumbres tradicionales, se acercó a ella. Con una reverencia ceremoniosa, tomó su mano y la besó, un gesto de respeto. Claudia, en medio de la solemnidad y la sorpresa, le devolvió una sonrisa discreta y una leve inclinación de cabeza. El protocolo dictaba cortesía, y ella, como presidenta, debía seguirlo.
Horas después, esa pequeña interacción estalló en una fotografía que empezó a circular en los medios. La imagen, sacada de contexto, mostraba un ángulo que insinuaba una cercanía que no existía, un gesto que fue malinterpretado. Los titulares sensacionalistas no tardaron en aparecer: *“La presidenta y el líder extranjero: más que diplomacia”*, *“Claudia en un gesto íntimo con político internacional”*. Las redes ardían con especulaciones.
Jesús, su esposo, vio la foto solo, en su despacho. Al principio, su mirada se quedó fija en la pantalla, sintiendo cómo el pecho se le apretaba. El mundo alrededor parecía desaparecer mientras sus ojos recorrían la imagen una y otra vez. Los titulares, las insinuaciones, todo comenzó a consumirlo. La rabia y la confusión lo envolvieron como una niebla espesa.
Cuando Claudia llegó a casa, Jesús la estaba esperando. La tensión en el aire era palpable, tanto que ella lo sintió al entrar, como un golpe directo al estómago.
—Jesús... —dijo suavemente, acercándose a él. Pero en cuanto vio la expresión en su rostro, entendió lo que había sucedido. Él había visto la foto.
Jesús levantó la mirada, sus ojos oscuros llenos de una mezcla de dolor y rabia contenida.
—¿Viste esto? —dijo con voz áspera, sosteniendo el teléfono donde la imagen seguía brillando en la pantalla. Claudia asintió, su garganta se cerraba.
—Sí... pero...
—No quiero excusas —interrumpió Jesús, su tono más frío de lo que Claudia jamás había escuchado—. ¿Qué es esto, Claudia? ¿Cómo crees que me siento viendo esto? ¿Cómo crees que se siente todo el país viendo a su presidenta en un gesto así?
Claudia sintió la sangre hervir. No podía creer lo que estaba escuchando. Sabía que Jesús estaba herido, pero las palabras que salían de su boca eran injustas, crueles.
—Jesús, es solo una foto. Están sacando todo de contexto. ¡Sabes cómo manipulan las cosas! —intentó explicarse, manteniendo la calma que empezaba a escapársele.
—¿Solo una foto? —repitió él, alzando la voz. Su enojo lo cegaba, la duda se apoderaba de cada palabra—. *¡Mira esa foto!* ¿Qué esperas que piense, Claudia? ¿Qué esperas que piense la gente? Están diciendo que hay algo entre ustedes...
El corazón de Claudia se aceleró. Sentía el calor subir por su cuello, la frustración amenazando con desbordarse. Dio un paso hacia él, tratando de calmarse.
—¡Fue un beso en la mano! —gritó, perdiendo la compostura por un segundo—. ¡Un maldito gesto de protocolo! ¡Tú lo sabes! ¡Tú mejor que nadie deberías saber cómo funcionan estas cosas! ¡No hay nada más!
Jesús se levantó bruscamente de su silla, caminando de un lado a otro, sus manos temblaban de rabia.
—Pero los medios, los titulares... —murmuró, casi para sí mismo, sin poder sacarse las imágenes de la cabeza.
Claudia sintió cómo se le rompía algo por dentro. Intentó tocarlo, acercarse, pero él retrocedió, confundido y perdido en su dolor. Fue entonces cuando explotó.
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En otro universo: Claudia y Jesús
RandomPequeñas historias de Claudia y Jesús. El amor siempre vive entre ellos dos.