El comienzo de una divertida luna de miel: parte 3

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Al día siguiente, la mañana transcurrió entre risas y emociones mientras Claudia y Jesús paseaban por una feria que habían encontrado cerca de su hotel. Había música, puestos de comida, y juegos que les recordaban su infancia. El sol brillaba con fuerza, pero la brisa fresca hacía que el clima fuera perfecto para disfrutar del ambiente festivo.

Claudia, con su pancita cada vez más notoria, caminaba de la mano de Jesús, disfrutando de las atracciones, los dulces y, sobre todo, de la compañía. Se sentían ligeros, como si el mundo exterior no existiera más allá de ese pequeño espacio de alegría que habían creado juntos.

Sin embargo, mientras almorzaban en un encantador restaurante al aire libre, el teléfono de Claudia comenzó a sonar. Ella miró la pantalla, y su corazón dio un vuelco. Era de la oficina. Dudó un segundo antes de contestar, pero finalmente, con un suspiro, deslizó el dedo para aceptar la llamada.

-¿Bueno? -dijo, tratando de mantener su tono lo más neutral posible.

Al otro lado de la línea, la voz de su asistente sonaba algo nerviosa. Le explicó que había un asunto urgente en la empresa. Claudia tenía que volver a la ciudad en un día como máximo. Había surgido un problema con un tema pendiente, y requerían que ella diera una conferencia de prensa para aclarar ciertos puntos delicados. La presión se sentía en cada palabra.

Claudia colgó el teléfono sintiendo una ola de emociones contradictorias. No solo tendría que interrumpir su luna de miel, sino que también se enfrentaba a la posibilidad de dar a conocer públicamente su embarazo antes de lo planeado. La noticia del bebé aún era algo privado entre ella, Jesús, y sus seres más cercanos, pero ahora, por circunstancias fuera de su control, tendría que hacerlo oficial ante la prensa.

Jesús, que la había estado observando en silencio mientras hablaba por teléfono, notó el cambio en su expresión.

-¿Todo bien? -preguntó con suavidad, viendo la mezcla de preocupación y tristeza en sus ojos.

Claudia suspiró profundamente antes de responder. -Tengo que volver. Mañana. La empresa me necesita para dar una conferencia de prensa sobre un tema pendiente... y creo que tendré que hacer público lo del bebé. No sé si estoy lista para eso.

Jesús tomó su mano con firmeza, dándole su apoyo. -Lo entiendo, amor. Esto no es lo que habíamos planeado, pero confío en ti. Harás lo correcto, y estaré contigo en cada paso. No tienes que enfrentarlo sola.

Claudia sintió que una lágrima silenciosa se deslizaba por su mejilla. No era solo la interrupción de su luna de miel lo que le dolía; era el hecho de que tendría que compartir una parte tan íntima de su vida en una situación que se sentía fuera de su control.

-No quería que fuera así -confesó en voz baja-. Quería que lo anunciáramos cuando nos sintiéramos listos, cuando todo estuviera en su lugar, no... bajo presión.

Jesús la abrazó, apoyando su cabeza sobre la de ella. -Lo sé. Pero, pase lo que pase, esto no cambia lo especial que es para nosotros. No importa cómo o cuándo lo anunciemos, el bebé es nuestro, y su llegada seguirá siendo un milagro que compartimos.

Claudia lo miró, sintiendo un poco de calma al escuchar sus palabras. A pesar de lo abrumador que parecía todo, sabía que con Jesús a su lado, nada sería insuperable.

Jesús, viendo la preocupación en los ojos de Claudia, la tomó de la mano y le dijo con firmeza:

-Voy a acompañarte. No tienes que pasar por esto sola.

Claudia lo miró con gratitud. Aunque su corazón estaba pesado por tener que interrumpir su luna de miel y enfrentar una situación que no había planeado, saber que Jesús estaría a su lado le daba fuerza.

En otro universo: Claudia y Jesús Donde viven las historias. Descúbrelo ahora