Claudia estaba inmersa en una reunión virtual con altos mandos de su gabinete. La pantalla mostraba múltiples rostros concentrados, cada uno exponiendo sus puntos con la firmeza y diplomacia que el cargo exigía. Ella escuchaba atenta, tomando notas de cada intervención, hasta que, de repente, su asistente personal entró a la oficina con un enorme ramo de flores. Las rosas rojas y blancas, con un delicado aroma que inundó la habitación, contrastaban con el ambiente tenso de la reunión. Claudia levantó una ceja sorprendida, pero no dijo nada. Una sonrisa ligera se dibujó en su rostro mientras volvía a enfocarse en la pantalla.
"¿Jesús me habrá enviado esto?", pensó mientras intentaba mantener su atención en la discusión. La reunión terminó una hora después, y tan pronto cerró la computadora, Claudia tomó su teléfono. Le escribió un mensaje a Jesús con ternura:
—"Gracias por las flores, amor. Están hermosas, te amo."
Pasaron unos segundos antes de que la respuesta de Jesús llegara:
—"No te he mandado flores, Claudia. ¿De qué hablas?"
Claudia se quedó helada. Frunció el ceño y su corazón dio un vuelco. ¿Quién entonces? Apenas estaba asimilando la respuesta de Jesús cuando su asistente volvió a entrar, esta vez con un sobre.
—"Señora presidenta, esto venía con las flores", dijo su asistente con una sonrisa contenida, como si supiera que aquel detalle había sido significativo.
Claudia, con un mal presentimiento, abrió el sobre. Era una carta breve y directa:
_"Claudia, sé que hemos tenido diferencias, pero quería recordarte lo especial que eres. Las flores son solo un pequeño gesto. Pienso en ti. – Petro."_
Un suspiro exasperado escapó de sus labios. Claudia y Jesús habían discutido hacía apenas unos días por culpa de Petro, un político que había generado tensiones entre ellos. Jesús sentía que él estaba coqueteando, insinuándose, y Claudia había tenido que calmar las aguas. Ahora, con ese gesto inesperado, sentía que todo lo que habían aclarado podía complicarse de nuevo.
Decidió no ocultarlo, pero tampoco quería avivar la llama del conflicto. Publicó una foto de las flores en su cuenta de Instagram, agradeciendo el gesto de una manera diplomática, sin mencionar el nombre de Petro.
_"Agradezco siempre los detalles que me recuerdan lo importante que es el respeto mutuo. #Flores #GestosdePaz."_
Esperaba que Jesús no se enojara, pero un nudo en su estómago le decía que eso era casi imposible. No quería más problemas con él. Mientras, en la oficina de Jesús, la calma habitual fue interrumpida por uno de sus compañeros que, con una sonrisa burlona, le dijo:
—"¿Te están tratando de quitar a la esposa o qué? Jajajaja."
Jesús lo miró, confundido.
—"¿Qué dices?", respondió, mientras seguía revisando los papeles sobre su escritorio.
—"Mira el Instagram de Claudia."
El rostro de Jesús cambió al instante cuando vio la publicación de las flores. Su mente fue a mil por hora. La discusión que habían tenido días antes sobre Petro parecía volver a él con fuerza, como un fantasma que no quería desaparecer. Sintió cómo todo lo que había aclarado con Claudia se desvanecía frente a sus ojos. Con el ceño fruncido y una sensación de traición en el pecho, decidió que no valía la pena hablarlo en ese momento. Se sumergió en su trabajo, tratando de distraerse, aunque las imágenes de las flores y la carta lo atormentaban.
La hora de irse llegó, y con su mente llena de pensamientos, se dirigió al despacho presidencial. Claudia estaba sentada revisando unos documentos cuando lo vio entrar. Su expresión fue de sorpresa, pero también de una cierta tensión.
—"Jesús... no esperaba que vinieras ahora", dijo, intentando sonar tranquila.
Jesús se cruzó de brazos y la miró, tratando de no elevar el tono de voz.
—"¿Por qué publicaste eso? Sabes perfectamente lo que pienso de Petro y aún así... ¿Por qué lo haces, Claudia?", su voz cargada de decepción, no de enojo.
Claudia soltó un suspiro, ya anticipando lo que vendría.
—"Jesús, no es lo que piensas. Solo quise ser diplomática. Después de todo, soy la presidenta, y tengo que mantener ciertas relaciones cordiales, no podía ignorar el gesto."
—"¿Diplomacia? ¿Eso te parece diplomacia? ¿O simplemente te gusta lo que te manda?", Jesús no podía contener el resentimiento que venía acumulando desde que vio la publicación.
—"¡No digas eso! Sabes perfectamente que no siento nada por él. ¿Por qué siempre asumes lo peor?", Claudia comenzó a levantar la voz, sin poder evitarlo.
Jesús la miró fijamente, sus ojos llenos de incomprensión.
—"Porque ya hemos pasado por esto antes. No me gusta cómo ese tipo se comporta contigo, y tú no lo paras. Esto... esto solo lo empeora."
Claudia se levantó de su silla, cruzando los brazos como si intentara protegerse de las palabras que Jesús lanzaba.
—"Yo no tengo control sobre lo que él haga. Pero te lo he dejado claro antes: te amo a ti, solo a ti. Y no voy a dejar que sus tonterías arruinen lo que tenemos."
Jesús la miraba sin responder. Sabía que amaba a Claudia, pero la inseguridad lo carcomía. Un silencio tenso cayó sobre la sala hasta que Claudia, con firmeza, sacó su teléfono y abrió su conversación con Petro. Le mostró el mensaje que le había enviado:
_"Gracias por el gesto de las flores, pero yo tengo esposo y jamás lo cambiaría, ni siquiera por tus detalles o tus publicaciones sobre mí. Lo siento."_
Jesús leyó las palabras en silencio. Cada palabra parecía caer sobre él como un peso que lo hacía sentirse más culpable. Sin decir nada, bajó la mirada. Sabía que no había querido escuchar a Claudia antes de juzgarla.
—"Perdóname... No debí haber dudado de ti", dijo en un murmullo, con la cabeza baja.
Claudia lo observó, con un dejo de tristeza en sus ojos, pero también de alivio. Sabía que Jesús estaba herido, pero también que, al igual que ella, tenía sus propias inseguridades.
—"No quiero pelear más, Jesús. Te amo, pero no podemos seguir así", dijo con un tono más suave, acercándose a él.
Jesús levantó la mirada, aún con culpa en sus ojos, y se acercó. La tomó en sus brazos con fuerza, como si quisiera aferrarse a ella y no dejarla ir. La llevó hasta el sofá que había en la oficina, donde se sentaron juntos. Claudia se recostó en su pecho mientras él le acariciaba el cabello.
—"Lo siento. Te amo más de lo que puedo expresar, y a veces eso me hace actuar sin pensar", confesó, con la voz llena de arrepentimiento.
—"Yo también te amo. Lo sé. Pero tenemos que confiar el uno en el otro, no podemos dejar que esto nos consuma", respondió ella.
Ambos permanecieron en silencio, abrazados, mientras las palabras que no necesitaban decir flotaban en el aire. Sabían que tenían inseguridades, miedos que venían del pasado y de los años que habían pasado separados. Pero, a pesar de todo, su amor seguía siendo lo más fuerte. Y esa noche, en medio de sus dudas y reconciliaciones, decidieron hablar más de lo que sentían, dejando que cada palabra, cada caricia, los acercara más.
Finalmente, después de mucho hablar, Jesús le susurró:
—"Nunca más dudaré de ti, Claudia. Eres lo más importante para mí."
Claudia lo abrazó con más fuerza, sintiendo cómo sus corazones latían al unísono.
—"Y tú para mí, Jesús. Siempre."
Odio el ship de Claudia y petro,,
Pero "V" lo ama, y quien soy yo para negarme a mi amiga... (ultima vez que hago un capitulo que involucre a petro jaja)
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En otro universo: Claudia y Jesús
RandomPequeñas historias de Claudia y Jesús. El amor siempre vive entre ellos dos.