El comienzo de una divertida luna de miel

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Claudia y Jesús habían llegado a Europa, emocionados por pasar una semana de luna de miel en ese continente que siempre habían querido explorar juntos. La noche envolvía la ciudad cuando aterrizaron, el cansancio se acumulaba en sus cuerpos, pero más en Claudia, que sentía el peso de estar en su cuarto mes de embarazo. Aunque las náuseas la debilitaban, no quería preocupar a Jesús, así que sonrió mientras salían del aeropuerto.

El hotel que habían elegido era acogedor y elegante, una perfecta combinación para el descanso que necesitaban. Cuando llegaron, Claudia se cambió rápidamente, poniéndose un camisón suave que acariciaba su piel con delicadeza. Jesús la observaba con devoción, admirando cada detalle de su cuerpo, como si fuera una obra de arte esculpida con amor. Aún con el cansancio en sus ojos, él se sentía lleno de una energía inexplicable, quizá esa felicidad de estar viviendo un momento tan íntimo y especial juntos.

Se recostaron en la cama, Claudia acomodando su cabeza en el pecho de Jesús, donde el latido de su corazón la tranquilizaba. Conversaron suavemente sobre sus planes para el día siguiente: explorar la ciudad, tal vez visitar algún museo, caminar por las calles empedradas de ese rincón de Europa. Pero mientras hablaban, los ojos de Claudia empezaron a cerrarse lentamente, el cansancio y el embarazo la vencían.

Jesús la abrazó más fuerte, besando su cabello con ternura, mientras ella caía en un sueño profundo, su cuerpo relajándose junto a él. Afuera, la ciudad seguía viva, pero en ese momento, para ellos, solo existía la tranquilidad de su amor, fuerte e inquebrantable, y la nueva vida que estaban creando juntos.

A mitad de la noche, Claudia se despertó con una sensación desagradable en el estómago. Las náuseas llegaron de golpe, más intensas de lo habitual. Se levantó rápidamente, tratando de no despertar a Jesús, y corrió al baño. Apenas llegó, el malestar fue insoportable, y terminó inclinándose sobre el inodoro, sintiendo cómo su cuerpo luchaba por liberarse de esa incomodidad.

El sonido de Claudia vomitando despertó a Jesús. Al principio, estaba desorientado, pero en cuanto se dio cuenta de que ella no estaba en la cama, se levantó de un salto y fue directo al baño. Ahí la encontró, débil y apoyada contra la pared. Su rostro pálido y cansado, pero aún con esa fortaleza interna que él siempre admiraba.

-Claudia, mi amor, ¿estás bien? -preguntó Jesús, arrodillándose a su lado y acariciando suavemente su cabello.

Claudia cerró los ojos por un momento, respirando profundamente. -Sí, estoy bien -murmuró con voz entrecortada-. Solo las náuseas... No quería despertarte.

-No te preocupes por eso -dijo Jesús, abrazándola con ternura-. Lo importante es que estés bien. Te voy a traer agua.

Jesús se levantó rápidamente y volvió con un vaso de agua fría. Claudia bebió lentamente, sintiendo cómo el líquido calmaba un poco su cuerpo. Se apoyó en Jesús, descansando la cabeza en su hombro. Él no la dejó sola ni por un segundo, su presencia era todo lo que ella necesitaba en ese momento.

-Lo siento -susurró Claudia, todavía un poco débil-. No quería arruinar la noche.

-No arruinaste nada -respondió Jesús, mirándola a los ojos-. Estoy aquí contigo, siempre lo estaré. Esto es parte de nuestra aventura, ¿no? Todo estará bien.

Claudia esbozó una pequeña sonrisa, agradecida por el apoyo incondicional de Jesús. Juntos, se levantaron del baño y volvieron a la cama, esta vez Jesús la abrazó más fuerte, dándole la seguridad de que, pase lo que pase, enfrentarían todo juntos.

De vuelta en la cama, aunque era de madrugada y ambos estaban agotados, el sueño no llegaba tan rápido. Claudia, aún un poco alterada por las náuseas, parecía más despierta que antes. Las hormonas del embarazo la tenían llena de emociones que iban de un extremo a otro. Aprovecharon el momento para hablar, algo que siempre los unía. Las conversaciones nocturnas habían sido una constante en su relación, desde que eran jóvenes y se quedaban horas hablando bajo las estrellas.

En otro universo: Claudia y Jesús Donde viven las historias. Descúbrelo ahora