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Después de varias horas donde los atletas entrenaron hasta donde el cuerpo les permitió, Oscar salió de la alberca de waterpolo con el corazón en la garganta, queriendo hablar con Sam.

Sabía que la discusión que habían tenido no era justa y que había actuado mal, pero no podía controlar el torbellino de emociones que lo consumía. Pero no lo quería preocupar tenía suficientes problemas como para que otras personas los cargaran, y eso quería evitar ser, una carga.

Lo buscó con la mirada mientras caminaba por los pasillos, pero Sam, al verlo, desvió la vista y apresuró el paso, evitando cualquier contacto. La distancia entre ellos se sentía más grande que nunca, y la sensación de pérdida se apoderó de Oscar.

Respiró hondo, intentando calmarse, pero en ese preciso momento apareció Marvin, como un fantasma del pasado que se negaba a desaparecer que se acercó con esa sonrisa burlona que siempre lo había sacado de quicio, y antes de que Oscar pudiera evitarlo, las palabras ya estaban saliendo de su boca.

— ¿Qué pasa, Robin? — dijo Marvin, con una voz que goteaba cinismo — Parece que las cosas no te están saliendo como esperabas.

Oscar lo miró, su cuerpo tenso y sus manos apretadas en puños. Podía sentir cómo la provocación lo golpeaba en su punto más débil, justo donde Marvin siempre sabía atacar.

— Piérdete Marvin.

— Aww... ¿Acaso no te apapacharon como perrito?

Nuevamente atacaba, pero esta vez, algo en Oscar había cambiado... Estaba cansado, exhausto de cargar con tanto peso, y ya no tenía fuerzas para ser complaciente ni para seguir soportando las manipulaciones de ese idiota.

— ¿Sabes qué, Waters? — dijo Oscar, su tono mucho más frío y directo de lo habitual — Siempre te has creído mejor que los demás, siempre buscando cómo arruinarme la vida, cómo hundirme... Y por un tiempo lo lograste.

Marvin levantó una ceja, fingiendo sorpresa, pero su sonrisa apenas se desvanecía.

— ¿Qué dices? ¿Yo? — respondió Marvin — Ja... tú siempre fuiste el que hace un drama de todo. Yo solo fui... tu realidad, Oscar.

Oscar dio un paso hacia adelante, mirándolo directamente a los ojos, con una intensidad que Marvin no había visto en él antes. Esta vez no se iba a callar.

— La verdad, Marvin, es que no entiendo por qué sigues intentando molestarme — continuó Oscar, su voz cada vez era más cortante — Si yo no significaba nada para ti, si solo fui tu maldito juguete, ¿por qué sigues aquí sobre mí? ¿Por qué te molesta tanto que intente ser feliz? Porque eso es lo que veo... Te molesta verme feliz, ¿no?... Te molesta que a otra gente le vaya bien, pero particularmente yo...

Marvin abrió la boca para responder, pero Oscar no le dio tiempo.

— Eres un miserable... Ya te di el control una vez, y ya me hiciste infeliz por mucho tiempo... Pero ya no... Aún si algún pequeño sabotaje tuyo interfiere, yo no voy a dejar que vuelvas a destruir todo lo que he construido... No vas a hacerme perder a Sam, ni a Valerie, ni a nadie más... No vas a hacerme perder a mí mismo, no otra vez... Ya me quitaste el amor de mi familia... No te dejaré que me quites más.

El rostro de Marvin se endureció, perdiendo su usual expresión de cinismo. Quizás no esperaba que Oscar respondiera de esta manera, o tal vez no había pensado en lo mucho que había afectado su vida. Pero no le importaba en realidad, solo quería ver hasta dónde podía llevar la manipulación.

— ¿Y qué vas a hacer? — preguntó Marvin, su voz llena de veneno — ¿Correr a llorar con tus amiguitos? ¿O te vas a esconder detrás de ellos como siempre?

[FANFIC/AU] Prometo Hacer Las Cosas Bien: ACTO II (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora