Lilia.
—¿Q-quién eres? —balbuceé, hipnotizada por su atractivo.
Imaginé que el jefe del que hablaba el otro sería un viejo horrible y asqueroso que tendría olor a alcohol, pero el aliento de ese hombre llegó a mi nariz y olía a menta.
Curveó una sonrisa y me obligó a levantarme.
—No puedo creer que no me recuerdes —Negó con la cabeza, usando unas llaves para quitarme las esposas.
Tomó mis manos lastimadas, por lo que solté un quejido de dolor y él se dispuso a inspeccionar las heridas. Eran varios rasguños abiertos por el forcejeo que hice momentos atrás.
—¿Deus te hizo esto? Porque te juro que lo mataré —Sus expresión se oscureció.
Yo me aterré al verlo tan decidido en sus palabras. ¿Para él era fácil matar a alguien? Porque lo decía como si fuera un pasatiempo en su día a día.
—N-no. Fui yo misma —Por mucho que quisiera culpar al otro y vengarme, no pude.
Él me sentó en la cama, y yo me había quedado en shock porque no entendía su amabilidad conmigo. Parpadeé varias veces al ver que fue en dirección a un cajón donde sacó un kit de primeros auxilios.
Cuando regresó a mí, mi estómago hizo ese sonido crujiente y extraño que indicaba el hambre que me dominaba. Maldije en mis adentros.
—Tranquila, te curaré la herida e iremos al comedor —comentó, echando un poco de alcohol en un pedazo de algodón.
De verdad que no estaba entendiendo nada.
Arrugué la frente y nariz cuando el líquido empezó a picar en mi herida. Se sentía horrible, pero no quise hablar ni decir nada ya que ese hombre también cargaba un arma en su cintura.
—¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué me trajeron aquí? —cuestioné, con esperanza.
Él envolvió mis muñecas con unas vendas para terminar y guardó lo que usó en el botiquín. Sus ojos se clavaron en los míos con cierta frialdad que me dio escalofríos.
—Una vez una niña me prometió que se casaría conmigo, ¿qué crees que hice cuando me enteré que estaba a punto de casarse con otro? —inquirió, en tono burlón—. Rompiste tu promesa, simplemente te estoy cobrando lo que me debes.
Mis párpados estaban más abiertos que nunca.
¿Promesa? ¿Casarme con él?
—¡¿Qué carajos dices?! Yo no recuerdo haber prometido algo así, y mucho menos en mi infancia —Apretujé mi pecho, indignada—. Déjame volver con mis padres... Por favor. Te prometo que no le diré nada a la policía.
Se rio como si fuera un chiste.
—Te acabo de decir que rompiste una promesa, ¿y te atreves a hacerme otra? —Alzó una ceja y me tomó del brazo para levantarme—. Vamos. Debes de tener mucha hambre.
Quise soltarme, pero su agarre me apretó con fuerza para que dejara de forcejear con él. Me dolió mucho, y por un momento pensé que él se había preocupado por mí.
Era un secuestrador, ¿qué podía esperar? Más bien, me extrañaba tanto que me quisiera llevar al comedor y me quitara las esposas.
—Esto es un delito... —murmuré, cuando salimos de la habitación.
Ese lugar parecía el infierno, porque las paredes eran de un rojo intenso que me generaban temor.
—Estoy acostumbrado a cometer muchos delitos, pequeña —respondió.
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Atrapada por el mafioso millonario
RomanceLilia y Chris hicieron una promesa de casarse cuando eran niños, pero la vida los separó y ella olvidó esa promesa. Años después, Jax Brown compromete a su hija con Ethan Watson, un viejo amigo de la familia que ha regresado del extranjero. A medida...