Capítulo 16: Amor no correspondido

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Ethan.

—Tenemos que ir a casa de los Brown para preguntarles si han descubierto algo —dije.

Liz me estaba acompañando en mi auto, decidí empezar a usarlo si quería encontrar a Lilia más rápido. El problema es que los policías no habían ayudado en nada, como si quisieran cubrir su desaparición.

—¿Qué más podemos hacer? Sin ayuda de la policía, es difícil encontrar a una persona desaparecida —bufó, apoyándose de la ventana—. Ya ha pasado una semana, ¿no crees que debió de haber regresado si quisiera? Tal vez le da vergüenza porque te dejó plantado.

Apreté el volante al escuchar esas palabras. Eran muy duras para mi corazón, yo estaba dispuesto morir por Lilia si era necesario, con tal de verla feliz.

¿Por qué huiría de mí?

—Liz, estoy dolido, ¿sabes?

Me detuve en un semáforo en rojo y la miré, ella arrugó la frente.

—Lo siento, no es mi intención tratar de abrirte los ojos —suspiró.

—Me parece aún más sospechoso que no hayan podido rastrear su celular —dije, al saber que la policía no encontró rastros de ella y por eso cerraron el caso.

—Quiero tener esperanzas como tú, por muy mal que me caiga esa mujer —Apoyó su palma sobre mi mano—. Pero si de verdad huyó de ti, ¿no crees que deberías olvidarla?

—Lo haré cuando ella misma me diga eso —mascullé—. Quedaste en ayudarme, pero no dejas de contradecirme todo el tiempo, Liz, ¿qué es lo que buscas?

Ella se molestó, porque quitó su mano de la mía e inclinó varias cejas.

—¿Cómo puedes ser tan tonto para no darte cuenta? —cuestionó, incrédula.

—¿De qué estás hablando?

—Estuviste tantos años lejos, y mis sentimientos por ti jamás se apagaron —Apretujó su pecho, con agonía—. Pensé que si regresabas, por fin podría decírtelo sin rodeos, pero cuando iba a hacerlo, me confesaste que te casarías. No te imaginas lo que lloré esa noche.

Parpadeé varias veces.

Liz había sido mi mejor amiga, por lo que nunca me atreví a verla con otros ojos precisamente para no arruinar nuestra relación.

¿Tal vez así me veía Lilia a mí?

Oh, carajo... Yo era el peor.

—Liz, escúchame... —Traté de calmarla, pero me quitó la mano.

—¡Escúchame tú a mí! —Su voz se quebró—. Siempre te he amado, Ethan Watson. Toda mi jodida vida he rechazado hombres con la esperanza de que tú me vieras como a una verdadera mujer, ¿por qué te cuesta tanto?

Las lágrimas empezaron a salir de sus ojos y se desabrochó el cinturón de seguridad.

Sus iris negras brillaron con un rayo de sol que se coló por las ventanas y estaban cristalizadas.

—Liz, perdóname... Si me hubieras dicho antes... Yo —No terminé, no pude terminar.

¿Yo qué hubiera hecho? ¿Qué cambiaría en nuestra relación si ella me confesaba sus sentimientos?

Fui un ciego que jamás se dio cuenta de la mujer que tenía cerca, por estar detrás de una que no sería capaz de amarme.

Un amor no correspondido, eso le pasaba a Liz, y eso me pasó a mí.

—¡No pidas perdón! —sollozó—. Solo me harás sentir peor. Yo solo quería deshacerme de este agonizante sentimiento que me ataba a ti, pero ya me siento libre, Ethan. No tienes que corresponderme.

—Sabes que somos mejores amigos desde niños.

—Y por eso no necesito que me aceptes, lo único que buscaba era sacarme un peso de encima, ¿vale? —Su voz estaba en un hilo—. Seguiré ayudándote en tu búsqueda. No me vayas a dejar de lado, por favor.

—Liz, sabes que no lo haría —Apreté los labios—. Te aprecio mucho, no dejaría de hablarte solo por esto.

—Pues bien, estamos mejor así —Ella aprovechó que el semáforo seguía en rojo y abrió la puerta—. Hoy no te acompañaré, me avisas si averiguas algo en casa de los Brown.

—¡Liz! No hagas esto más difícil —Me preocupé al verla rota—. Déjame llevarte a tu casa primero.

Ella negó con ambas manos y forzó una sonrisa. Su piel morena también brilló con el sol del medio día.

—Estaré bien. Búscame cuando termines, Ethan, y todo regresará a la normalidad entre nosotros —expresó.

Tuve que arrancar sin querer hacerlo porque varios autos empezaron a pitarme detrás. Maldije en mis adentros por haberla dejado ahí después de una confesión tan fuerte como esa.

¿Cómo fue que nunca me di cuenta?

Todo sería diferente si ella me lo decía en el pasado... No me hubiera tenido que comprometer con Lilia y ella no tendría que haber huido de la boda.

Carajo...

(...)

Oriana Brown me recibió con un sollozo y sosteniendo un pañuelo para los mocos, era notorio que no había dormido bien por sus marcadas ojeras debajo de sus ojos.

Inhalé hondo.

—Vamos a la sala, Jax nos está esperando —indicó, guiándome con tranquilidad.

—¿Ha estado bien?

—No mucho. Ya ha pasado más de una semana sin saber nada de ella, me duele que no responda ni su celular —confesó, con pesar.

Al llegar a la sala, Jax Brown estaba sentado en el sofá más grande y movía el pie repetidas veces.

—Ethan, ¿no has averiguado nada? —Se levantó al verme y me estrechó la mano.

—Venía por la misma razón, quería saber si han encontrado rastro de Lilia.

—Oh... Todo el mundo piensa que nuestra hija huyó para no tener que casarse porque la obligamos —comentó Oriana, sentándose.

—Nuestro apellido ha quedado un poco manchado, a decir verdad —resopló Jax, decepcionado—. Me estoy haciendo cargo de la empresa otra vez, ya que no tuvimos más hijos.

—Si ella no aparece en un mes... Mi hermano Zack tendrá que tomar su cargo en la empresa, ya que él es el único familiar cercano con los estudios necesarios —La mujer se mordió las uñas.

—Pero eso implicaría que renuncie a su trabajo en el extranjero... Y tengo entendido que está casado —intervino Jax.

—La ausencia de Lilia es un problema tanto para nosotros como para la empresa —murmuré, tomando asiento—. Tiene que haber algún rastro de ella, de hecho, quería pedirle el contacto del chófer para hablar con él.

—Puedo dártelo, pero te dirá lo mismo... Ya hasta la policía revisó la limusina y no hay nada que indique que haya secuestrado a Lilia... Las últimas huellas que encontraron de ella fueron en la puerta del vehículo, como si hubiera salido por su cuenta —informó el pelinegro, negando con la cabeza.

Era imposible...

¿De verdad Lilia se escapó de nosotros?

—Tiene que haber algo —Mordí mi dedo—. De todas formas, hablaré personalmente con ese chófer.

—No te detendré, pero no te sorprendas si no lo encuentras culpable —alegó Jax, encogido de hombros.

—Yo sé que si Lilia en verdad escapó, ella buscará la manera de contactarnos tarde o temprano... Confío en ella —argumentó Oriana, nerviosa—. Tal vez está esperando que se calmen las aguas.

—Sea lo que sea, en algún punto sabremos algo de ella, así sea lo más mínimo —dije.

No iba a descansar hasta saber por qué se había ido...

Atrapada por el mafioso millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora