Capítulo 26: Conocida

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Lilia.

No podía creer que el hijo de Richard Collins trató de contratar a Chris para que fuera su sicario.

Los días seguían pasando y yo estaba cada vez más confundida en cuanto a mis sentimientos. Quería ver a mis padres, sí, pero mi corazón latía rápidamente al ver a Chris, incluso me ponía nerviosa escuchar su voz.

Lo peor era que no había pasado más nada entre nosotros desde aquel "castigo" que terminó gustándome más de lo que esperaba.

Las puertas se abrieron de golpe, sobresaltándome.

—Te traje compañía, Lilia. Sé que debes de extrañar a tus amigas —habló Chris.

Había una mujer a su lado con traje de sirvienta y una postura encogida por timidez. Ella me sonrió con dulzura. Su cabello castaño estaba atado en una apretada cebolla, agrandando su frente.

—¿Qué? —solté, incrédula.

—Ella es Samira, es una de las mejores sirvientas de la casa, y vendrá seguido a visitarte para hacerte compañía y limpiar tu habitación —informó el hombre, palpando el hombro de la mujer.

—Es un placer conocerla, señorita —Se inclinó.

Oh, no...

El hecho de que me llamara "señorita" me recordaba mucho a Carlota, ¿cómo estaba ella? ¿Qué había pasado con su madre? El corazón se me volvió pequeñito al recordar.

Carraspeé.

—Gracias, Chris, pero no hacía falta que obligaras a una mujer inocente a ser mi amiga —respondí, apagando la televisión.

—No la obligué. A la pobre siempre la tratan mal en la cocina y eso que lo único que hace es limpiar —refutó, retándome con sus ojos.

—¿Te hacen bullying, Samira? —le pregunté.

Ella se quedó muda y bajó la cabeza, con eso me dijo todo.

—Entiendo que no me quiera aquí —murmuró, deprimida ante mi comentario.

¿Por qué la cagaba?

—Chris, ¿cómo puedes permitir eso? Tienes el poder de despedir a los que la maltratan —lo regañé, con ambas manos en la cintura.

—¿Quieres que las despida? —inquirió, frunciendo el ceño—. Puedo hacerlo ya mismo si me lo pides.

Abrí los ojos porque no pensé que sería fácil que accediera a mi petición. ¿Se podía decir que tenía a Chris comiendo de la palma de mi mano?

—Sí.

—¡No, señorita! —La sirvienta negó con ambas manos—. No lo haga, por favor.

Casi se arrodilló.

—¿Por qué? Te han tratado mal, no deberían importarte.

—Despedir significa muerte, y me sentiré culpable el resto de mi vida si eso sucede —suplicó, juntando sus dos manos.

Parpadeé varias veces.

—Chris, ¿es verdad eso?

Él sonrió con diversión.

—Así es. Normalmente los empleados de rango más bajo como los sirvientes y cocineros, despedirlos significa matarlos porque siempre terminan abriendo la boca con la policía, sabiendo que la mayoría de oficiales de esta ciudad trabajan para mí —Bostezó, sin darle mucha importancia.

—Oh...

—No quiero que mueran por mi culpa —Ella arrugó la frente.

—Samira, levanta la cara —La ayudé, se veía bastante sumisa—. No tienes que actuar como si fueras inferior.

Atrapada por el mafioso millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora