Capítulo 38: Vergüenza

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Lilia.

La sensación dulce que me dejaron los labios de Chris, me derritió tanto que casi me dejé caer. Él me sostuvo de la cintura.

¿Qué es lo que hice? ¿Por qué me dejé llevar así?

No...

¿Estaba mal disfrutar?

Su lengua encontró la mía, y debido al asombro que sentí, abrí los ojos un poco. No entendía cómo una parte del cuerpo podía activar miles de cosquillas placenteras que me hacían suspirar.

La pasión que emanaba de su boca me dejó sin aliento, así que tuve que separarme y lo miré con deseo. Estaba desesperada por ir más allá con Chris, ¿qué era lo que tenía él que me atraía tanto? ¿O le había puesto una poción de amor a la comida?

No, eso sonó muy fantasioso.

—No pienso detenerme, Lilia —sentenció, lamiéndose el labio inferior.

Yo estaba tan nerviosa por tantos sentimientos encontrados, que mis labios temblaron al responderle:

—C-Chris, esto...

Él agarró mi brazo sin presión.

—¿Te arrepientes? Dime, ¿por qué me dijiste lo de antes? ¿Sientes algo por mí o no? —interrogó, con las cejas hundidas.

¿Por qué parecía desesperado?

Parpadeé varias veces.

Yo decidí confesarle mis sentimientos a Chris. Era una mujer de casi treinta años, tenía que dejar de poner paredes en mi vida amorosa, o nunca podría disfrutar de la misma.

Inhalé hondo.

—¡Que me gustas, carajo! No sé si estoy enferma por haberme enamorado de un psicópata obsesionado como tú —Jalé dos mechones de mi cabello, frustrada—. Mi corazón está como loco por tu culpa... Has hecho tantas cosas por mí en este tiempo, y al conocerte mejor... Me doy cuenta de que eres un amor —Por alguna razón, las lágrimas llenaron mis ojos—. El punto es que no sé qué hacer con este calor que me haces sentir. ¿Qué debo hacer, Chris?

Lo miré con agonía.

Necesitaba respuestas, ¿él podía dármelas? Ni yo misma lograba comprender de qué se trataba el amor exactamente.

¿Era así de complicado? Porque mi mente estaba vuelta un culo...

Él se acercó con cautela, limpió con su dedo una lágrimas que cayó por mi mejilla y sonrió.

—Mi hermosa Lilia —habló, en un tono suave que me envolvió—. Siempre te he tenido presente en mi mente, y me has salvado aún sin saberlo. Déjame enseñarte todo sobre el amor, porque se nota que nadie te ha amado ni te amará más que yo.

Su cálida mano se posó sobre mi mejilla y la acarició. Cerré mis ojos, dejándome llevar por esa paz que empezó a brindarme Chris.

Poco a poco, me daba cuenta de que él solo quería protegerme. Tenerme encerrada no estaba en sus planes, pero era la única manera de que nos conociéramos mejor, ¿no?

No sabía si estaba bien perdonarlo por haberme secuestrado, pero mi corazón quería defenderlo...

—Enséñame... Por favor —pedí, alzando el mentón.

Chris me cargó de sorpresa como a una princesa y salió del comedor conmigo en sus brazos.

—E-esto no es lo que quise decir —refuté—. ¿Y si alguien nos ve?

—¿Qué importa? Muchos saben que estoy comprometido, aunque no conocen tu nombre —informó.

Desde esa perspectiva, su barbilla se veía imponente y firme. Su nariz perfecta no tenía ninguna deformidad y podía jurar que le brillaban los pelos.

Atrapada por el mafioso millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora