Capítulo 21: Desviación

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Chris.

Un día después de la gala, tuve que reunirme con Deus por un asunto importante que involucraba a Ethan. El castigo de Lilia podía esperar.

—Dime, ¿qué es lo que pasa? —pregunté, cuando él llegó a la sala de la mansión.

Me levanté para verle la cara.

—Uy, por lo menos sírveme un trago para hacerlo más interesante —Llevó ambos brazos detrás de su nuca.

—Sabes que todo lo que involucre a Lilia, me involucra a mí.

—Lo que sucede es que Ethan me llamó esta mañana y quiere verme —confesó, un poco nervioso—. Tal vez él sospeche de mí.

—Si no aceptas, lo único que harás será levantar sospechas —indiqué—. ¿Por qué no te acompaño?

Una curva se formó en mis labios.

Pensándolo bien, tenía tantas ganas de ver a Ethan para ver si estaba tan preocupado por Lilia como decían las noticias.

Deus alzó ambas cejas con sorpresa.

—No, no, no —Negó con la cabeza—. Ni lo sueñes, lo que vas a crear son más problemas de los que ya tenemos debido al secuestro.

—No tenemos problemas, Deus. Fue fácil hacer que la policía no le diera importancia al caso de la desaparición de Lilia, tachándola como una huida voluntaria —Subí una pierna sobre la otra—. Márcale a Ethan, dile que lo veremos hoy mismo por la tarde.

—Usted no aprende —reprochó, sentándose en un mueble—. ¿Y qué se supone que le diremos? ¿Que tenemos a su prometida?

Lo detuve, señalándolo con mi dedo.

—Ya no es su prometida, es mía —corregí, asesinándolo con mis ojos—. No podemos mencionar nada de ese tema. Solo diremos lo que sabemos, ¿de acuerdo? Además, te ayudaré para que Ethan te quite los ojos de encima con facilidad.

Me acomodé en el asiento, mordiéndome el interior del labio, pensativo. Tenía que verle la cara a Ethan después de haber perdido a su amada, eso no tendría precio.

Yo había salido victorioso, lo único que me faltaba era lograr que Lilia me viera con otros ojos, y esa misma noche lo haría con el castigo que había preparado para ella.

—Uff, con usted no se puede dialogar —Sobó su sien—. Ya mismo le mandaré un mensaje.

Sacó su celular con fastidio y soltó un bufido que me hizo verlo con mala cara.

—Por cierto, ¿cómo está ella? Cuando me contaste que intentó acudir a un policía, no me lo pude creer —inquirió, asombrado.

—Está en su habitación. No la dejaré salir ni a explorar la mansión hasta que tengamos más confianza —murmuré, de brazos cruzados—. Ese intento de escape me demuestra que Lilia me detesta.

—Tal vez solo quiere ver a su familia... Como me has contado, ella vivió en un mundo diferente al nuestro, Chris —resopló Deus, rascándose la cabeza.

—No soy tan malo como para alejarla permanentemente de sus padres. Claro que la dejaré verlos, pero eso será cuando me gane la confianza y el amor de Lilia —sentencié, determinado en mi misión—. Eso me asegurará el no perderla.

—Ethan me acaba de responder —Cambió el tema, mirando la pantalla de su celular—. Dice que vendrá a la ciudad de Portian esta tarde.

—Queda con él en la cafetería Ricitos de Oro, y ni se te ocurra mencionarle a Lilia el tema, ¿de acuerdo? —ordené, levantándome y acomodando mi saco—. Terminaré unos asuntos e iré contigo.

Atrapada por el mafioso millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora