Capítulo 56: Obligaciones

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Ethan.

Después de enterarme que sería padre, le pedí un tiempo a Liz para pensarlo. No planeaba abandonar a mi bebé, eso era seguro.

Habían pasado unas dos semanas de ese encuentro, y yo decidí comentárselo a mis padres en horas de la cena.

Aunque, ya tenía claro lo que me iban a decir: debes casarte con ella, Ethan.

—¿Estás bien? Te noto un poco tenso —preguntó mamá, ella me conocía mejor que nadie.

Yo deslicé mis manos por encima de mi pantalón para quitarme el sudor. Estaba nervioso porque no imaginé que me sucedería algo así, como al propio adolescente sin control.

—T-tengo que darles una noticia que puede s-sorprenderlos —hablé, apretando los labios.

¿Por qué era tan difícil que mi lengua se enredaba?

Mamá picó un trozo de pollo asado y se sirvió en su plato, hizo lo mismo con papá.

—Cuéntame, ¿ya has conseguido a una mujer? —interrogó mi viejo, dejando de lado su celular.

Su mirada se clavó en mí.

Ni ellos, ni el mundo se habían enterado de la aparición de Lilia. Supuse que Jax no quiso armar un alboroto ante el ojo público, o podía irnos peor.

Yo también decidí callar, la única que lo sabía era Liz.

—Sucedió algo con Liz —solté, con las manos temblorosas—. No sé cómo lo vayan a tomar.

Ambos fruncieron el ceño, confundidos.

—Ethan, somos tus padres. Te apoyaremos en lo que sea —Mamá me regaló una sonrisa de ánimos.

Uff, mi corazón quería salirse de mi pecho.

—Ella está embarazada.

El comedor se inundó en un incómodo silencio que me causó pánico, porque ninguno reaccionaba.

¿Había hecho mal en decirles?

—¿Y de quién es? —inquirió papá, cruzado de brazos.

Solté la bomba de una vez.

—Es mío. Hubo un día en donde me dejé llevar por el alcohol, ella también, y bueno... Ya saben lo que sucedió después —expliqué, con la voz atropellada.

—Oh, Dios... —Mi madre llevó ambas manos a su boca—. Ethan, fuiste descuidado.

—Vas a casarte con ella —ordenó papá, neutral—. Ahora mismo pediré una reunión con sus padres para hablar entre todos. No podemos dejar que ese niño crezca en una familia separada.

El hombre agarró su celular de nuevo y se levantó, sin haber tocado su plato. Caminó por el umbral que llevaba a la sala, y pronto su voz se escuchó lejana.

Mamá me miró comprensiva y se sentó en una silla a mi lado para tomar mi mano con cariño.

—Hijo, ¿qué es lo que tú quieres hacer? —preguntó, sin apartar la vista.

Lo que yo quería hacer...

Bajé la cabeza, decepcionado de mí mismo por no lograr nada bueno en cuanto a mi vida amorosa, era un desastre.

—No voy a dejar al bebé de lado. Liz es mi mejor amiga, y si es necesario casarme con ella para apoyarla en el proceso, lo haré —dictaminé, en un suspiro.

—¿Estás seguro?

—Muy seguro, mamá.

—Quiero que sepas que yo siempre estaré para ti, no dudes en decirme si algo te preocupa, porque el matrimonio puede ser un poco complicado —comentó, acariciando mi mejilla—. ¿O se te olvida que antes estuve casada con tu tío y viví años con un falso amor?

—Uff, no menciones al tío —Me horroricé—. Ese hombre me regaló un montón de juguetes cuando cumplí los quince, ¿puedes creerlo? Quince.

—Solo quería acercarse un poco a ti, a su manera... —rio—. Después de años de terapia, logró formalizar como es debido con una mujer.

—Y menos mal que es estéril, porque un primo como él sería difícil —Negué, aterrado porque mi tío Dante me seguía viendo como un niño, incluso en la actualidad.

Era extraño pasar tiempo con él, porque usaba una voz aguda para hablarme.

—¡Ethan! —me regañó.

—Lo siento, es que el tema de la conversación se fue muy lejos.

Me rasqué la nuca.

—Ethan, a veces te puedes enamorar de la persona que menos esperabas —Palmeó mi hombro, sus arrugas se marcaron—. Sé fuerte, estoy segura de que Liz será una buena mujer.

—Voy a casarme con ella, mamá. Ya me he decidido —sonreí con pesar—. Haré lo que pueda para formar una familia feliz como la de nosotros.

Ella me abrazó como pudo en la silla.

—Y no lo dudo.

—Jeanniel y Amanda ya están enterados del embarazo de su hija. Ahora mismo iremos a su casa —La voz de papá se coló en mis oídos.

Tuve que inhalar hondo.

(...)

Estaba preparado mentalmente para esa situación, o bueno, solo un poco. Las dos familias reunidas en la misma mesa solo me traían malos recuerdos...

Alejé todo pensamiento que tuviera que ver con mi pasado.

El padre de Liz fue el primero en hablar.

—Yo no voy a obligar a mi hija a casarse si no quiere, espero puedan entenderlo.

—Jeanniel, hemos sido buenos amigos desde hace más de veinticinco años, pero considero necesario que ambos estén casados para cuando nazca el bebé —argumentó mi padre, bebiendo un sorbo de café.

—Mejor escuchemos lo que nuestros hijos tienen para decir —resopló el moreno, cruzado de brazos.

Siempre supe que Liz era su adoración, pero jamás la obligó a nada. Dejó que ella construyera su propio camino.

Liz levantó la mano, con una mirada llena de determinación.

—No es un secreto el hecho de que a mí me gusta Ethan —Abrí los ojos, y mis padres también—. No tendré ningún problema en casarme con él, porque lo he amado desde que tengo memoria, y saber que será el padre de mi hijo... Me llena de emoción.

—Liz... —murmuró su madre, entristecida.

—Supongo que me toca decidir —reí con nervios—. Liz, hemos sido amigos de toda la vida y jamás quise hacerte daño. Me gustaría enmendar mis errores del pasado, casándome contigo y aprendiendo a amarte como te lo mereces.

Tuve que levantarme con firmeza.

—Ethan, no es necesario —Ella negó con sus manos—. Puede que nuestro bebé nos una, pero no quiero obligarte a amarme.

—Y no lo harás. Estoy seguro de que poco a poco, ese sentimiento despertará en mí por sí solo —Llevé una mano a mi corazón—. Lo ha hecho antes, solo que hice lo posible para ignorarlo porque me sentía extraño. ¿Crees que puedas perdonarme?

Sus ojos se cristalizaron.

—Nunca hiciste nada malo, Ethan —sollozó, asintiendo.

—Planearé la boda para que se lleve a cabo a inicios de mes —intervino papá, mirando al padre de Liz—. ¿Les parece?

—Oh, sí. En vista de que ambos han tomado la decisión, no me opondré —respondió Jeanniel—. Jamás imaginé que nuestras familias terminarían unidas.

—Ni yo —rio mi madre—. Es mejor hacer una ceremonia pequeña, sin llamar la atención.

—Lo mismo opino, no queremos que la gente se entere todavía del embarazo de Liz —apoyó mi futura suegra.

Quién diría que terminaría comprometido con mi mejor amiga.

Atrapada por el mafioso millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora