Lilia.
Mis intentos de escapar no habían servido de nada. Por muy bien que me tuviera Chris, estaba encerrada y eso le restaba puntos.
¿Cómo esperaba que me enamorara de él así?
Me preguntaba cómo estaban mis padres, qué habían pensado al saber que nunca llegué a la boda. Ni siquiera podía revisar las noticias para saber si me estaban buscando.
Las llaves sonaron y me alerté, sabía que era él. Me cubrí hasta el cuello con las sábanas para sentirme más segura.
—Lilia, soy yo —Su voz se adentró en mis oídos.
—Te he dicho que no quiero verte —refuté, enojada.
Por suerte, nadie había abusado de mí en ese lugar, pudo haber sido mucho peor en ese aspecto.
Chris encendió la luz y pude verlo. Tenía puesto ese típico traje formal que se ajustaba a su fornido cuerpo, y su cabello despeinado lo hacía lucir rebelde.
—Te traje unos regalos —comentó.
Llevaba varias bolsas llenas en sus dos manos. Se acercó hasta sentarse en la orilla de la cama y yo me encogí para abrazar mis dos piernas y volverme pequeñita.
Mi ceño estaba fruncido en todo momento por su culpa.
¿Regalos? ¿Hablaba en serio?
—No quiero nada que venga de ti.
—Oh, vamos, ¿puedes aceptar mi amabilidad? —se quejó, sacando el contenido de las bolsas—. Mira, te traje un montón de ropa que definitivamente llenará ese armario.
Sacó varias prendas de mi talla y las arrojó en el colchón. Tenía que admitir que eran bastante bonitas, Chris tenía buen gusto para escoger, ¿o lo había hecho alguien más?
En todo caso... Lo único que había en ese armario eran tres cambios de ropa, no podía negarme.
—Mmh...
—También te compré varios peluches —Sacó un oso, un lobo y un tigre de felpa—. ¿Te gustan?
Una sonrisa infantil apareció en sus labios.
Me quedé sin habla porque jamás imaginé que mi secuestrador haría semejante estupidez. ¿En serio me compró juguetes?
—¿Piensas que soy una niña?
—No, Lilia. Quería que tuvieras una mínima compañía ya que no me dejas dormir aquí contigo —bufó—. Y eso que esta era mi habitación, solo que la preparé para ti.
—Con razón es tan oscura como tu corazón —dije.
En otras circunstancias, hubiera pensado que regalarme unos peluches era un lindo gesto de su parte, pero estábamos hablando de un jodido mafioso que me tenía encerrada entre cuatro paredes.
¿Qué podía pensar?
—Auch, eso me dolió, ¿sabías? —Llevó una mano a su pecho, dramático.
—A mí me duele estar lejos de mis padres, pero eso como que no te importa.
—¡Lilia Brown! —exclamó—. Deja de contradecirme en este instante.
—¡No eres mi padre! —chillé, furiosa.
—¡Deja de gritarme! ¡Trato de darte todo lo mejor para que estés cómoda! Dime, ¿qué clase de secuestrador haría eso? —soltó, estresado por mi rebeldía—. ¡Ninguno en su sano juicio mantendría tan bien a su víctima!
Apreté los labios.
Tuve que desviar la mirada porque mi corazón estaba vuelto un culo por la confusión que sentía. Las lágrimas adornaron mi rostro de nuevo, ya se estaba haciendo costumbre.
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Atrapada por el mafioso millonario
RomansaLilia y Chris hicieron una promesa de casarse cuando eran niños, pero la vida los separó y ella olvidó esa promesa. Años después, Jax Brown compromete a su hija con Ethan Watson, un viejo amigo de la familia que ha regresado del extranjero. A medida...