Capítulo 55: Práctica

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Lilia.

Después de escuchar sus palabras cerca de mi oído, una ola de calor me invadió. Mis manos se aferraron a la sábana de la cama, suplicante. 

No quería que se detuviera. 

Ese hormigueo intenso predominaba en mi cuerpo y no cesaba. Era como si su miembro estuviera jugueteando en el punto exacto dentro de mí.. 

—S-Sigue, por favor… 

—No me detendré hasta acabar con esto, Lilia —dictaminó, decidido. 

No podía ver su rostro, pero me bastaba con oír su voz ronca y gruñona. Él no dejaba de moverse, y sus manos se deslizaron por toda mi espalda hasta rodearla y encontrar mis dos pezones. 

Definitivamente, era un placer indescriptible. 

Chris activó distintos botones al mismo tiempo que me hacían gritar por lo bien que se sentía. Su miembro estaba duro y palpitaba en mi interior, me decía que era suya. 

—¡Qué rica estás! —jadeó, aumentando mucho más la velocidad. 

Me quedé con la boca abierta y algo de baba salió de ella, no pude evitarlo. ¿Qué clase de cables tenía mi cuerpo para activar tantas cosas a la vez? 

Mi vientre se contrajo y puse mi espalda más derecha de lo que estaba, buscando comerme por completo a Chris. Ya no podía más, mi límite había llegado. 

Un cosquilleo punzante me recorrió todo el cuerpo, tanto que sentí que me iba a otro mundo y un líquido extraño salía de mí, empapando el miembro de Chris. Fue un orgasmo diferente, pensé que me había orinado por tanto escalofrío. 

—Discúlpame, Lilia… —dijo, agarrando mis caderas. 

Sus embestidas me dejaron en el limbo, y no supe en qué momento Chris eyaculó dentro de mí. Yo me había quedado tan perdida, que mis piernas y brazos estaban temblando. 

Él gruñó una última vez y mordió mi oreja, dejándose caer a mi lado. Yo me quedé acostada boca abajo porque no podía con mi cuerpo, quedé exhausta, y eso que no hice mucho. 

—¿Estás bien? —preguntó, ayudándome a voltearme. 

Mis labios se despegaron para hablar, no pude. 

Cerré mis ojos, no pensé que Chris sería capaz de hacerme sentir en las nubes en cada encuentro íntimo. ¿Cómo era posible? Eso solo hacía que me gustara más y más estar con él. 

—Creo que te amo, Chris. 

—¿No me amabas? —cuestionó, abrazándome con delicadeza. 

—Al decir que amas a alguien, significa que aceptas todas sus virtudes y defectos. Lo protegerás cuando esté en peligro, y le harás saber cuánto lo quieres —hablé, jadeante—. Pensé que no sería capaz de sentir algo así por ti. Te acepto, Chris. Te acepto incluso con tus demonios, y estoy dispuesta a ayudarte cada vez que te dejes dominar por ellos. 

Apoyé mi cabeza sobre su pecho. 

Mi mente no quería pensar en el hecho de que no usamos protección. Ya nada de eso me importaba. Yo tenía casi treinta años, ¿por qué debería darme miedo un niño? Me encantaría que saliera idéntico a Chris.

—Es reconfortante saberlo —Acarició mi hombro—. En mi caso, tú eres mi obsesión, Lilia, pero no solo eso. Eres esa luz que ilumina mi oscuro camino, gracias a ti, no me he vuelto loco. Y te juro que si alguien te aparta de mi lado o te hace daño, destruiré el mundo entero y mi corazón quedará completamente roto. 

Atrapada por el mafioso millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora