- 𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐢𝐣𝐢𝐦𝐨𝐬
Valentina
Eran las 2;30 A.m. Estaba tomando mates, que ya estaba frío sobre la mesa, mi cabeza no paraba de dar vueltas y no podia dormir. Había algo en el aire, una sensación rara que no me dejaba tranquila. Me levanté de la silla y caminé hacia la ventana del living, moviendo apenas la cortina para mirar afuera, como si de alguna forma esperara ver algo... y ahí estaba.
Rodrigo.
Parado frente a mi casa.
Se me paró el mundo. Me apoyé en la pared, respirando entrecortado, intentando procesar lo que mis ojos acababan de ver. ¿Era real? ¿Estaba loco? ¿Por qué había venido?
Cerré los ojos unos segundos y volví a mirar. Seguía ahí. No me animé a hacer nada, ni un movimiento brusco. Lo observé desde atrás de la cortina, como si en ese momento él fuera un extraño y yo estuviera en medio de un sueño confuso.
Tenía las manos metidas en los bolsillos, el cuerpo medio inclinado hacia adelante, como si estuviera reuniendo el valor para hacer algo. Su expresión era de alguien perdido, de alguien que llevaba horas esperando. Y entonces entendí: no estaba ahí por casualidad. Estaba ahí por mí.
Mis piernas temblaron, pero no me moví. Mi corazón latía tan fuerte que sentía que se iba a salir del pecho. Me llevé la mano a la boca, intentando silenciar los pensamientos que me gritaban qué hacer. Una parte de mí quería salir corriendo, abrazarlo, preguntarle por qué estaba ahí, pero otra... otra se sentía paralizada por todo el dolor acumulado.
Rodrigo se llevó una mano a la nuca y miró hacia el piso, como si estuviera arrepentido de algo. Después levantó la vista hacia mi casa. Por un segundo pensé que me había visto, pero no, seguía quieto, perdido en su propia tormenta.
Mi mamá pasó por detrás mío y me miró, confundida.
—¿Qué hacés ahí, Valen?
No respondí. No podía. Mi garganta se cerró por completo. Solamente seguí mirando a Rodrigo desde la ventana, con la cortina apenas corrida, mientras mis pensamientos se debatían entre abrir la puerta o esconderme hasta que él se fuera.
Mi mamá se acercó despacio, frunciendo el ceño.
—¿Estás bien? —preguntó con ese tono mezcla de preocupación y curiosidad.
Moví la cabeza sin mirarla, apenas un leve gesto. Mis ojos seguían clavados en él, en ese chico que una vez fue todo para mí y ahora estaba parado como un fantasma del pasado en la vereda de mi casa.
—Rodrigo está afuera —susurré finalmente, casi sin darme cuenta.
Mi mamá, sorprendida, corrió la cortina un poco más y lo vio.
—¿Qué hace ahí? ¿Querés que le diga algo?
Negué rápido.
—No, no. Por favor, no salgas.
Ella me miró por unos segundos, como si estuviera intentando descifrar qué pasaba por mi cabeza. Luego, suspiró.
—Bueno, vos sabrás. Pero si te necesita, no lo dejes esperando.
No respondí. La escuché alejarse, pero mi mente seguía atrapada en esa escena. Rodrigo, en la vereda, con su remera arrugada y ese gesto de cansancio que siempre lo hacía ver vulnerable.
Me alejé de la ventana, incapaz de sostener más ese nudo en el pecho. Me dejé caer en la cama, mirando al techo, con las manos tapándome la cara. ¿Qué hago? ¿Salgo? ¿Le digo algo? ¿Y si solamente vino a recriminarme? ¿Y si no hay nada que pueda salvarnos?
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𝐂𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐢 - 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐠𝐨 𝐂𝐚𝐫𝐫𝐞𝐫𝐚-
Fanfiction-𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘷𝘰𝘭𝘢𝘳-- Valentina Riccardi, estudiante universitaria, ha estado enamorada de Rodrigo, su compañero de clase, desde el secundario. Aunque él parece ajeno a sus sentimientos, el primer día de la faculta...