Luces en el cielo.

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Senku siempre amó las estrellas, toda la astronomia en general, pero las estrellas siempre fueron algo más que simples bolas de gas esparcidas en el cosmos.

Le traía recuerdos de cuando su vida era más fácil, le recordaba a lo que alguna vez fue su casa, le recordaba al que alguna vez fue su padre.

Y no era secreto para nadie este sentimiento que le producían los puntos brillantes en el cielo, todos sabían que al científico le gustaba por las noche simplemente sentarse en algún lugar despejado para poder observar la infinidad de luces que cuidaban su cabeza.

Esta noche era igual a esas, estaba sentado hasta arriba de un puesto de vigilancia a altas horas de la noche, simplemente jugando a buscar constelaciones. No tenía una razón para estar ahí, y tampoco es como si la necesitara, al fin y al cabo siempre hacía lo que quería.

Justo cuando estaba uniendo los puntos en la constelación de Tauro, escucha un ruido que rápidamente ha identificado como el de alguien subiendo las escaleras de madera hasta llegar a su posición.

Se pone en alerta aunque sin despegar el sitio donde descansan las Pleyades. Le molesta que ahora cualquier mínimo disturbio o sonido lo haga estar alerta, significa que este ya no es un lugar seguro para él.

Esa es una de las secuelas de su intento de homicidio; aunque lo quisiera borrar de su mente, simplemente era parte de él.

La persona que ha estado subiendo por fin llega a la cima, y no duda ni un segundo en plantarse al lado de Ishigami. Senku mira a su acompañante un segundo antes de regresar su vista al cielo.

Hay un largo rato en los que ninguno dice absolutamente nada, pero eso es bueno, porque ninguno estaba incómodo con eso, significaba que había la confianza y cariño suficiente para que antes disfrutaran de no decir nada.

De repente el menor siente un peso extra en su hombro, y no se necesita ser un genio para saber que se trataba de la cabeza del arquero apoyada ahí. El científico lo deja estar, hace mucho tiempo la cercanía de estas personas dejó de incomodarle.

Como si fuera un piloto automático, Ukyo busca instintivamente la mano de Ishigami, y, cuando por fin la tiene entre sus dedos, lo primero que hace es buscarle el pulso cardíaco en la muñeca. Una sonrisa de burla se planta en los labios de Senku, quien sigue buscando constelaciones en el firmamento.

"Puedo confirmarte, Ukyo, que mi corazón sigue latiendo, si eso es lo que te preocupa"

Murmura con comprensión, sabiendo el trauma que traía el mayor en su espalda. El susodicho aprieta ahora la mano ajena, y un segundo después su cuerpo tiembla con cuidado. Estaba llorando.

Senku no dice nada, no sabe si el contrario quiere que se de cuenta de lo que estaba sucediendo, entonces solo espera a que Saionji sea capaz de hablar mientras le ofrece un consuelo silencioso.

Un par de minutos pasa y, por fin, el mayor encuentra su voz para hablar:

"Sabes, Senku, si hubieras muerto, yo nunca hubiera podido levantar la cabeza hacia el cielo otra vez, porque te veo en todas y cada una de las luces del cielo, y yo no hubiera resistido el poder verte y no poder tocarte."

El pecho se le encoje un milímetro al científico, a veces se le olvida lo mucho que su muerte había significado para los demás. Gira su cabeza en dirección a su acompañante, y sus ojos se encuentras por unos segundos.

Senku debería decir algo como que, si el moría, hubiera sido su responsabilidad seguir adelante y blablabla, pero eso no se le apetecía en lo más mínimo.

Quería limpiar cada rastro de preocupación en la persona a su lado, quería que no volviese a sufrir por las penas que tuvo que cargar solo.

Ahora es él quien toma la mano de Ukyo y la lleva con cuidado hasta estar encima de su corazón. El de cabello blanco lleva su vista hasta la zona.

Apostar Y Perder.  ♡Dr. Stone. SenkuHarem♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora