Un momento de paz.

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La guerra arreaciaba en toda Natlan, los guerreros iban corriendo de un lado a otro para llevar suministros o, en su defecto, combatir.

El pueblo de los manantiales ya había caído, por lo mismo es que Mualani ayudaba en la tribu de Kinich, acompañándolo durante la batalla.

La cosa era preocupante, pues sin duda alguna estaba en desventaja numérica, y aunque todos ponían de su parte, incluido Ahau, parece que llegaba la hora de retirarse.

-Mualani, debemos irnos. -Exclamó Kinich, preocupado.

-¡Ya voy! -Mualani ayudaba a levantarse a uno de los soldados de la tribu, retrasándose un poco en la evacuación, por lo mismo es que uno de los Hilichurns infectados aprovechó e intentó atacarla.

-¡Cuidado! -Kinich lanzó su liana dendro para que quedara pegada en el pecho del Hilichurn, dándose impulso para derribarlo y que así su espada no alcanzara a Mualani.

-Gracias.

-Todavía no me agradezcas hasta que esto haya terminado.

Llegado el momento de irse, la evacuación de llevaba a cabo de manera poco ordenada, lo único que importaba era salir de ahí, lo que ocasionaba retrasos, y que los monstruos pudieran aprovechar y así atacar con más facilidad, causando algunas bajas dentro de los que se encargaban de cuidar la ruta de escape.

-Mualani, sujetate. -Kinich le ofreció su mano, y ella la tomó de inmediato, solamente para poder lanzar su liana fuera del mercado de la tribu, llevando a Mualani entre sus brazos.

Una vez llegaron a la Arena Sacrofuego, simplemente cayeron rendidos. Era otro día que habían sobrevivido a duras penas, pues el recuento de daños subía y subía, así como las pérdidas, las que se publicaban en una lista.

Uno de los nombres era amiga de Mualani, por lo que al verlo, ella se rompió, cayendo sobre sus rodillas.

-N-no puede ser, ¡No, ella no!

-Mualani... -Kinich de agachó, abrazándola mientras ella lloraba, se le notaba frustrada, enojada.

Cuando la chica se levantó, se echó a correr, siendo seguida por su amigo, quién la detuvo justo en la entrada de la arena, abrazándola con fuerza.

-No podemos hacer nada, el pueblo de los manantiales está lejos, ya no podremos ir allí sin decir que es un suicidio.

-¡Tengo que buscarla, Kinich! ¡Ella no puede estar muerta, debe ser mentira!

-Tranquila, hay que ir adentro.

Los dos se sentaron en una de las calles del mercado, con la mirada perdida, cansados, y sin saber si había si quiera un rayo de esperanza que les pudiera garantizar la victoria.

Genuinamente mientras no estaban en el frente seguían luchando, pero ahora contra un enemigo un poco peor. Era el derrotismo.

-Kinich...dime una cosa, por favor.

-Te escucho.

-¿Cuándo crees que esto acabe?

-No lo sé...pero solo quiero que sea ya. Dormir y que todo estuviera como hace unos días, viajado tranquilamente, descansar bajo la sombra de un árbol, ver el sol.

-Poder surfear... -Interrumpió ella. -Ya no puedo con esto. -La chica recostó su cabeza en el hombro de Kinich, quién solamente pudo tomarle una mejilla. -Estoy cansada, no sé si pueda seguir luchando.

-No digas eso, Mualani. Tú eres un sol. Eres la chica con la sonrisa más brillante que conozco, además, eres muy linda con todo mundo, siempre activa, con mucha felicidad siempre y...no puedo pensar qué haría yo sí te apagas.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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