Quien se enamora pierde.

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Heizou estaba en su despacho, atendiendo papeles y revisando casos, ninguno que le llamara la atención de verdad, pues no encontraba alguno que fuera interesante.

Sin embargo, solo uno de ellos le llamó la atención, pues la paga vaya que era llamativa, era de una familia acaudalada. Se trataba de una investigación sencilla, o eso parecía, pues era averiguar la identidad de una de las mikos del Santuario.

Cuando los clientes llegaron, Heizou estaba bostezando, aburrido y cansado, eran unos señores de quizá 40 o 50 años, cosa que contrastaba con la edad del muchacho.

-Muy bien, señores, ¿A qué debo su visita? -Explicó él, con desinterés.

-Creemos que nuestra hija...¿Cómo decirlo?

-Que lleva una doble vida.

-La enviamos al santuario a ser Miko, pero siempre que vamos ella no está. Sin embargo, Yae Miko dice que sí va, pero que siempre que nosotros vamos está fuera.

-Y hay una joven que se parece ella...solo que tiene una máscara, pero su estilo de cabello y altura, ojos, es ella sin duda.

-Pero no podemos confirmarlo...pertenece a la banda de ese vago...Arataki Itto.

-Canallito. Por favor, investigue cuánto sea necesario, le pagaremos lo que usted pida.

-Investigar la identidad y el paradero de una persona...si tengo problemas con Yae, les cobraré doble.

-¡Delo por hecho, pero solo queremos saber de nuestra hija!

-Haré lo que pueda.

Y así, el muchacho emprendió su búsqueda, yendo al primer lugar más claro de todos, que era el Gran Santuario Narukami, con el pretexto de ir a recibir bendiciones del Cerezo sagrado.

Las mikos estaban tranquilas como siempre, haciendo sus labores, y Yae se encontraba leyendo algunas cosas.

Se veía tranquila, pero ocupada. Él buscaba con la mirada a la muchacha del encargo, no encontrando a nadie parecida, por lo que claramente entendió que no estaba.

Eso le llamaba la atención, debía buscar a la chica ahora en la ciudad, por lo que presentó sus respetos antes de irse.

Sin embargo, fue detenido por Yae Miko.

-Shikanoi Heizou...una sorpresa tenerlo aquí. Me parece que busca a alguien.

-No es así, Gran Sacerdotisa. Simplemente quería venir a dejar una ofrenda y a saber mi suerte.

-Hum, ¿Te va mal económicamente? -La mujer lo tomó de los hombros, poniéndose detrás de él. -Aquí puedes tener un lugar, sé que eres detective, necesitaría de tu ayuda de vez en cuando...¿Qué estás investigando ahora? ¿Buscas a alguien desaparecido? ¿Información para extorsionarme?

-¿Por qué quisiera hacer eso? Yo no tengo nada que investigar contra usted. Y aunque me pagaran por ello, no lo haría. No tengo razones para eso.

-Entiendo... -Yae le soltó los hombros, dándole un beso en la mejilla. -Gracias por tu ofrenda, se te agradece.

Heizou estaba tranquilo, no se le notaba alterado. Solo sonrió de forma campechana, limpiándose la mejilla.

-No hay de qué. Cuando necesite un buen detective, Sacerdotisa Yae, aquí estoy.

-Gracias, Heizou. Lo tendré muy en cuenta. -Se rió ella. -Diviertete, Sherlock Holmes.

La mujer se retiró, el muchacho solo hizo un gesto de sospecha, terminando su ofrenda para retirarse.

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