7

3 0 0
                                    

Agarró la pequeña cuchara que estaba en el plato y revolvió ese líquido negruzco y espeso que se parecía al café. Bebió solamente un sorbo, para prolongar el proceso completo del desayuno al menos hasta una media hora. No quería regresar temprano. Había pedido un café y dos medialunas, y lo que estaba saboreando podía ser cualquier otra cosa, podía ser un té amargo, podía ser una gaseosa en mal estado. Pero no se hizo demasiado problema, había ingerido cosas peores y además sabía que los bares que estaban alrededor de la zona comercial se caracterizaban precisamente por la mala calidad de sus productos.

Miró, a través de las puertas de cristal, el reloj que estaba en el borde del entrepiso, sobre la barra principal, dentro del local. Todavía era temprano, y lo seguiría siendo a lo largo de todo ese día. Así que bebió otro sorbo, y entonces sintió un diminuto objeto esférico sobre la superficie de su lengua. Metió los dedos en su boca, lo agarró, y lo observó detenidamente. Era una semilla, una pequeña semilla blanca con algunas franjas anaranjadas. Entonces alzó su mirada y examinó el cielo, ese cielo en donde no había aves, pero donde evidentemente las hubo, hacía muy poco tiempo, muy pocos segundos tal vez.

Dejó la semilla en el plato. Las ganas de seguir bebiendo de esa taza se le fueron inmediatamente. Dedicó los siguientes 10 minutos a contemplar las calles y los descoloridos paisajes urbanos que tenía delante. Pero no podía estar allí para siempre, así que finalmente se levantó, dejó algunos billetes sobre la mesa y se dirigió hacia la silenciosa y pálida oficina en la que Gregory, el hombre con el que se había cruzado en el ascensor después de la conferencia, lo esperaba.

Tenía un mal presentimiento, una impresión que,finalmente, resultó acertada, porque aquel hombre nunca antes había intentado contactarlo y ni siquiera estaba interesado en hacerle saber que lo conocía. Perola noche anterior le había enviado un mensaje, un mensaje simple, directo, casi emotivo por su cansina sencillez: "Profesor Garram, necesito verlo, mañana a primera hora, si es posible, en mi oficina".

Las flores del silencioWhere stories live. Discover now