-Arrestaron a Selter-dijo César mientras entraba apresuradamente en la vivienda-. Perdón por haberme ausentado sin avisarte, estabas durmiendo, creí que necesitabas descansar.
-¿Al doctor Selter?-preguntó Gregory.
-El mismo-confirmó César-. Me lo acaban de informar desde el Departamento de Policía. Dicen que entró en una hamburguesería de la avenida principal, con los ojos cerrados, gritando que no podía abrirlos. Cuando alguien se acercó a socorrerlo, lo golpeó, con una fuerza increíble, causándole la muerte, y luego mató a dos clientes más hasta que la policía lo detuvo. Lo internaron, lo examinaron y el electroencefalograma indicaba una actividad cerebral descontrolada. Estaba padeciendo un desequilibrio neurológico terrible. Los nervios de sus párpados se tensaron de tal manera que los médicos temieron causarle un daño irreparable si intentaban descubrir sus ojos. Sus manos también, estaban rígidas como piedras. Tenían la carne tan dura como sus huesos. Y también se han reportado incendios y destrozos en otras partes de la ciudad.
-Lo lamento-dijo Gregory-, pero no tiene nada ver con el asunto del que debemos ocuparnos.
-No lo sé-dijo César-. Recuerda aquel pasaje que Pekerman tradujo. No lo podemos asegurar con exactitud, pero es muy probable que se trate de una profecía. El templo fue demolido, la tribu arrasada. Esos hombres enloquecieron. Piensa que ya había una cierta enemistad entre ellos. Imagínate que, a modo de venganza, uno de ellos haya destapado, en el momento menos oportuno, las imágenes que tan ceremonialmente eran preservadas con gruesas mantas, y que eso haya desencadenado lo que el texto traducido por Pekerman vaticinaba. Entonces a partir de ese momento pudo haberse desatado realmente la guerra, con toda su crudeza y toda su locura. Amigo, lo que esas plantas están soltando ahora en el aire es diferente, es mucho más grave, mucho más letal. Y tú ni siquiera estás usando los tapones.
-Me los quité momentáneamente-se excusó Gregory-. Me causan picazón. ¿No existe otro medio con el que podamos protegernos?
-Debe existir alguno-dijo César más calmado-, pero yo no lo conozco. Por ahora, actuemos así, según las recomendaciones de Bosh, hasta que encontremos una estrategia mejor para sobrevivir a todo esto.
-Como prefieras-dijo Gregory- ¿Y a dónde fuiste mientras yo dormía?
-A dar una vuelta por ahí-respondió César-, a explorar la zona. Es extraño. No hay árboles, y es muy poca la maleza alrededor de esta casa, y ya sabemos qué significa eso. Por otro lado, me llama la atención que no hayamos encontrado a nadie aquí. Temo que se nos hayan adelantado, temo que la persona que he venido a buscar también haya sido secuestrada, o que haya sufrido algo peor que eso.
Sí, habían arrestado a Selter, y luego sacaron los cuerpos del local y los cargaron en la ambulancia, y cuando el vehículo se alejó descubrieron el otro cuerpo, tirado en la calle, junto a la motocicleta. Agentes rusos, ellos siempre andaban en motocicletas, y últimamente estaban dando vueltas por ese barrio con demasiada frecuencia. Pero este cuerpo no tenía la carne desgarrada como los otros, sino heridas de bala. Disparos demasiado precisos como para que los haya efectuado alguien enceguecido por sus propios párpados.