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El silencio que siguió a las palabras de Bellatrix fue tan denso como la oscuridad que las rodeaba. Hermione sintió que la tensión estaba a punto de romperse, pero no retrocedió. En ese momento, comprendió que Bellatrix tenía razón: si iba a seguir por este camino, debía estar dispuesta a luchar, no solo contra el mundo, sino también contra sus propios miedos.

"Ya estoy luchando", dijo Hermione, su voz firme, aunque el peso de sus palabras la oprimía. "Pero no puedo hacerlo sola. No si tú no estás dispuesta a dejarme entrar."

Bellatrix la miró con dureza, como si estuviera evaluando su determinación. "Siempre has sido una niña testaruda, ¿no es así? Crees que puedes salvar a todo el mundo, incluso a mí."

"Tal vez no pueda salvarte", respondió Hermione, acercándose un paso más. "Pero eso no significa que no lo intente."

Por un momento, algo en los ojos de Bellatrix titiló, algo que Hermione apenas pudo identificar antes de que la bruja apartara la mirada, como si estuviera avergonzada de lo que sentía. La vulnerabilidad era una emoción que Bellatrix no sabía manejar.

"¿Y qué pasa si no quiero ser salvada?" preguntó Bellatrix con amargura.

Hermione suspiró, pero su resolución no flaqueó. "No te estoy pidiendo que cambies. Solo te estoy pidiendo que me dejes estar a tu lado."

Bellatrix soltó una risa sarcástica, pero su voz temblaba ligeramente. "¿Y crees que eso será suficiente? No puedes imaginar lo que traerá estar conmigo, Hermione. Eres inteligente, pero a veces, demasiado ingenua."

Hermione no podía negar que la advertencia de Bellatrix tenía un peso real. Sabía que la oscuridad de Bellatrix era profunda, que no sería fácil navegar entre el amor y el odio que ambas sentían, pero ya había llegado demasiado lejos para dar marcha atrás. "Entonces, ¿me estás diciendo que lo deje? ¿Qué te olvide? Porque si eso es lo que quieres, dilo ahora."

Bellatrix se quedó callada. Sus labios formaron una línea delgada, y por un instante, Hermione creyó que la rechazaría. Pero en lugar de eso, Bellatrix la miró con intensidad, acercándose lo suficiente para que Hermione pudiera sentir su respiración en la piel.

"No puedo pedirte eso", dijo Bellatrix en un susurro, sus ojos cargados de emoción. "Porque sé que nunca lo harías."

El aire entre ellas pareció electrificarse. Hermione alzó la mano y rozó los labios de Bellatrix con sus dedos, un toque suave, pero cargado de todo lo que no podían expresar con palabras. Bellatrix cerró los ojos al contacto, dejándose llevar por un breve momento de paz en medio del caos.

"Lo que tenemos es una maldición", murmuró Bellatrix, sus palabras casi inaudibles. "Un ciclo de destrucción."

Hermione, con la misma suavidad, respondió: "Entonces romperemos ese ciclo."

Con esas palabras, la tensión finalmente se desmoronó. Bellatrix la besó de nuevo, pero esta vez no fue un beso desesperado ni violento. Fue un beso lleno de entendimiento, como si ambas hubieran aceptado lo que significaba estar juntas, a pesar de todo.

Después de ese momento, el tiempo parecía detenerse. Bellatrix y Hermione permanecieron en silencio, sentadas junto a la hoguera mientras las llamas crepitaban suavemente. Sabían que lo que tenían era frágil, una relación nacida de una atracción prohibida y un amor que desafiaba todo lo que el mundo mágico representaba.

Pero también sabían que, de alguna manera, se pertenecían

Destinos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora