Hermione dio un paso adelante, quedando frente a Bellatrix, sus ojos fijos en los de la bruja mayor. "No sé cómo podemos hacer que esto funcione. Somos tan diferentes, y hay tantas cosas entre nosotras... pero lo que siento no lo puedo ignorar."Bellatrix esbozó una sonrisa, más suave de lo que Hermione había visto nunca. "Entonces no lo ignores."
Sin más palabras, se encontraron en un beso lento y profundo, cargado de todo el deseo reprimido, el odio transformado en pasión, y el amor que ambas habían negado por tanto tiempo. El caos del mundo a su alrededor se desvaneció por completo, dejándolas solo a ellas dos, enredadas en su propio torbellino emocional.
Pero sabían que esto no sería fácil. Hermione, con su lealtad a sus amigos y a todo lo que siempre había defendido, y Bellatrix, con su pasado oscuro y su naturaleza impredecible, tendrían que enfrentarse no solo al mundo, sino a sus propios demonios.
Cuando se separaron, Bellatrix la miró con una intensidad feroz. "No te dejaré ir, Hermione. Ya lo sabes."
Hermione asintió lentamente, sabiendo que ese lazo que las unía no se rompería fácilmente. "Y yo no quiero que lo hagas."
Ambas sabían que su relación no sería simple, que el mundo jamás las aceptaría juntas. Pero en ese momento, decidieron ignorar el futuro incierto y simplemente entregarse al presente. Porque aunque su amor era complicado, oscuro y lleno de celos, era también lo más real que habían conocido.
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