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Pero antes de que pudiera acercarse, un rayo de luz verde cruzó el campo de batalla. Hermione sintió su corazón detenerse cuando vio a Bellatrix caer al suelo, sus ojos abiertos en una expresión de sorpresa.

"¡No!" Hermione corrió hacia ella, su respiración entrecortada. Cuando llegó a su lado, se arrodilló y tomó a Bellatrix en sus brazos, lágrimas cayendo por su rostro. "No, por favor, no."

Bellatrix, con sus últimas fuerzas, alzó la mano y acarició el rostro de Hermione. "Sabía... que esto... no terminaría bien... Granger," murmuró con una débil sonrisa.

"Por favor, no me dejes," suplicó Hermione, su voz rota por el dolor.

Bellatrix la miró una última vez, sus ojos oscuros llenos de una ternura que rara vez había mostrado. "Te amo, Hermione... Nunca lo olvides."

Y con esas palabras, Bellatrix Lestrange exhaló su último aliento.

Hermione permaneció allí, sosteniéndola, mientras la batalla continuaba a su alrededor. No podía escuchar nada más, no podía sentir nada más. Todo lo que importaba en ese momento era el cuerpo sin vida de la mujer que amaba.

El mundo había perdido su brillo. Y aunque la guerra siguiera su curso, para Hermione, todo había terminado.

Años más tarde, Hermione visitaría la tumba de Bellatrix, en un lugar apartado, lejos de los ojos curiosos. Siempre recordaría el amor que compartieron, tan complicado y prohibido como había sido. Y aunque el dolor nunca desaparecería por completo, aprendería a vivir con la certeza de que, al menos por un breve instante, habían encontrado la felicidad en medio de la oscuridad.

Destinos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora