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Los días siguientes fueron un constante tira y afloja entre el deseo de estar juntas y la realidad que las rodeaba. Hermione no podía evitar sentir la creciente sospecha de sus amigos, especialmente de Harry, quien la observaba con una mezcla de preocupación y duda. Sabía que no podía seguir ocultándolo por mucho más tiempo.

Una noche, mientras Bellatrix y Hermione se encontraban en uno de sus escondites, Bellatrix rompió el silencio con una pregunta que Hermione no esperaba.

"¿Te has preguntado alguna vez qué pasará cuando todo salga a la luz?" preguntó Bellatrix, su voz más tranquila de lo habitual. "Porque, tarde o temprano, lo hará."

Hermione la miró, sintiendo el peso de esa verdad. "Lo he pensado. Y sé que no será fácil. Pero estoy dispuesta a enfrentarlo."

Bellatrix rió suavemente, pero sin alegría. "Eres demasiado optimista para este mundo, Granger. La gente no aceptará esto. No entenderán lo que somos."

"Lo sé", respondió Hermione, con tristeza. "Pero eso no cambia lo que siento."

Bellatrix la observó en silencio durante unos instantes, y luego, con una voz más suave, dijo: "No soy buena para las despedidas, Hermione. Pero cuando llegue el momento... quiero que sepas que lo que tenemos, por retorcido que sea, ha sido lo más real que he sentido en mucho tiempo."

Hermione sintió un nudo en la garganta, pero antes de que pudiera responder, Bellatrix la abrazó, envolviéndola en un gesto que era sorprendentemente tierno para alguien que había vivido una vida de tanta violencia. Y en ese abrazo, Hermione supo que, aunque el futuro era incierto, su amor por Bellatrix era lo único que no cambiaría.

El reloj seguía corriendo, y ambas sabían que el día de la verdad se acercaba. Pero mientras tuvieran ese momento, juntas, lo demás podía esperar

Destinos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora