El amanecer comenzaba a despuntar en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos de rosa y dorado mientras Hermione y Bellatrix permanecían en silencio. Envolviéndose mutuamente en un abrazo cargado de emociones, ambas comprendían que su relación estaba marcada por el tiempo, que ese frágil hilo que las mantenía juntas pronto podría romperse.Hermione fue la primera en hablar, su voz suave, pero decidida. "No podemos seguir escondiéndonos. Si queremos luchar juntas, tenemos que dejar de correr."
Bellatrix la miró, sus ojos oscuros cargados de algo que Hermione no podía identificar del todo. Había cansancio, sí, pero también algo parecido al miedo. "¿Y qué propones, Granger? ¿Que vayamos al cuartel general de la Orden y les contemos que nos amamos? ¿Qué crees que harían?"
Hermione apretó los labios, sabiendo que Bellatrix tenía razón. Nadie en la Orden aceptaría lo que había entre ellas, no después de todo el daño que Bellatrix había causado. Pero si no enfrentaban la verdad, se arriesgaban a que esa bomba estallara en sus manos.
"Lo que sea que pase, lo enfrentaremos juntas," dijo Hermione finalmente. "No sé cómo ni cuándo, pero ya no quiero seguir huyendo. No quiero que nuestro amor se convierta en una mentira."
Bellatrix dejó escapar un suspiro pesado. "Siempre tan condenadamente noble." Caminó hacia la ventana, observando el amanecer. "Pero te olvidas de algo, Granger. Soy una Lestrange. Y eso significa que no hay redención para mí. Para ellos, nunca seré otra cosa que una criminal."
Hermione se levantó y se acercó a ella, colocándose a su lado. "No me importa lo que ellos piensen. Te conozco más de lo que ellos creen. Y eso es suficiente para mí."
El silencio cayó entre ellas, un silencio cargado de sentimientos no expresados, de promesas que quizás nunca podrían cumplir. Bellatrix giró ligeramente su cabeza, sus labios apenas formando una sonrisa amarga. "A veces desearía que nunca te hubieras cruzado en mi camino, Granger. Habría sido mucho más fácil."
Hermione se quedó quieta, dejando que las palabras de Bellatrix flotaran en el aire antes de responder. "Tal vez. Pero yo no lo cambiaría por nada."
El brillo en los ojos de Bellatrix se apagó brevemente, y su rostro se endureció. "Eres una tonta por amarme, Hermione. Y yo... soy una tonta por dejar que lo hagas."
Hermione sabía que Bellatrix estaba luchando con sus propios demonios internos, y que a pesar de todo lo que había dicho, una parte de ella aún se resistía a la idea de que pudiera amar y ser amada. Pero Hermione también sabía que ese amor era real, y que ninguna de las dos estaba dispuesta a renunciar.