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Una noche, incapaz de soportarlo más, Hermione se aventuró sola al Callejón Knockturn. Sabía que si alguien podía tener respuestas sobre el paradero de Bellatrix, ese sería el lugar. No importaba lo peligroso que fuera, su determinación era más fuerte.

El callejón estaba tan oscuro y siniestro como siempre, lleno de miradas sospechosas y figuras encapuchadas. Hermione pasó por tiendas llenas de objetos malditos y libros de magia negra, pero nada la detenía. Finalmente, llegó a una tienda que vendía información a cambio de galeones o favores mucho más oscuros.

El hombre detrás del mostrador la miró con desconfianza cuando ella le preguntó por Bellatrix Lestrange, pero un saco de oro cambió su actitud rápidamente.

"Se dice que la han visto en las afueras del país, ocultándose entre los restos de la guerra", dijo el hombre en voz baja. "Es peligrosa, más que nunca. Si tienes algún sentido común, no la busques."

Pero el consejo cayó en oídos sordos. Hermione no tenía elección; debía verla una vez más.

Días después, Hermione se encontró caminando por los desolados páramos al norte de Escocia, donde los rumores decían que Bellatrix se escondía. Las nubes grises colgaban pesadamente en el cielo, y el viento frío cortaba su piel, pero ella apenas lo notaba. Su mente estaba enfocada en una cosa: encontrarla.

Y finalmente, lo hizo.

Destinos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora