Capítulo 31: Venganza

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Sarocha Chankimha

Becky y yo estábamos viendo La ventana secreta en el sofá. Mi cabeza descansaba cómodamente en su hombro mientras comía el postre de limón que me había traído. Me sentía a gusto. El sonido de la lluvia afuera hacía que todo se sintiera más acogedor, aunque la trama de la película comenzaba a ponerse inquietante.

Cuando el teléfono de Becky empezó a sonar, ella se disculpó y se levantó. Asentí, tratando de no prestarle demasiada atención, pero sentí una pequeña punzada de curiosidad. Becky salió de la sala, y yo me quedé sola, intentando concentrarme en la película.

Sin embargo, conforme la trama avanzaba y la escena del perro muerto apareció en pantalla, sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Me estremecí y mi mente empezó a vagar, sintiendo una extraña incomodidad. A veces, las películas hacían que mi imaginación se disparara, pero esta vez era diferente. Había algo más en el ambiente, algo que me hizo sentir inquieta.

Decidí que era mejor no estar sola. Becky había estado fuera de la sala por un rato ya, así que me levanté para buscarla. Subí las escaleras despacio, tratando de no hacer ruido. Fue entonces cuando la escuché hablando. Al principio, no le di mucha importancia. Becky a veces tenía llamadas de trabajo tarde en la noche, pero lo que dijo después me detuvo en seco.

—...No, ya no lo haré. He decidido olvidar el pasado.

Fruncí el ceño. ¿De qué estaba hablando?

Me acerqué un poco más y agudicé el oído.

—La venganza ya no es una opción —dijo Becky, su tono más relajado ahora—. No quiero seguir por ese camino.

Mis pensamientos comenzaron a agitarse. ¿Venganza? ¿De quién estaba hablando? Mi corazón latía más rápido de lo que me gustaría admitir. No podía entender por qué Becky mencionaría algo tan serio. La palabra "venganza" no era algo que ella soliera usar. Al menos no conmigo.

Cuando la escuché despedirse y colgar, decidí entrar antes de que la paranoia me consumiera. Abrí la puerta con cuidado, intentando mantener la calma, pero no pude evitar que la curiosidad y la preocupación se reflejaran en mi rostro.

—¿De quién te quieres vengar, Becky? —pregunté, sin poder contenerme.

Becky me miró por unos largos segundos. Sus ojos buscaban los míos, y por un momento temí que no me respondiera. Había una mezcla de emociones en su mirada que no supe interpretar del todo.

Finalmente, suspiró, y una sonrisa débil apareció en sus labios.

—Te contaré esa historia en otro momento, Freen —dijo con un tono suave, casi como si quisiera protegerme de algo.

Pero esa respuesta no me tranquilizó. De hecho, solo hizo que mi inquietud aumentara.

No insistí más. Decidí dejarlo pasar, aunque la sensación de que Becky me estaba ocultando algo importante no desapareció. Quizás, en su propio tiempo, ella me contaría lo que estaba pasando. Pero hasta entonces, esa palabra seguiría resonando en mi mente: venganza.

Volvimos al sofá para seguir viendo la película, pero aunque intenté concentrarme en lo que quedaba, no podía dejar de pensar en la llamada de Becky. Mis pensamientos giraban en torno a esa palabra: venganza. Becky me había dicho que lo dejaría para otro momento, pero no podía evitar sentir que me estaba ocultando algo importante.

La película terminó, y los créditos comenzaron a rodar en la pantalla. Aunque normalmente me reiría de las historias que inventaba para distraerme cuando una película me daba miedo, esta vez me sentía diferente. Un nudo de inquietud se había instalado en mi estómago.

De repente, sentí el toque de Becky en mi brazo, lo que me hizo soltar un pequeño grito.

—¡Ay! —exclamé, llevándome una mano al pecho. Becky soltó una risa divertida, disfrutando de mi sobresalto.

—¿Qué pasa? —se burló, con esa sonrisa juguetona que a veces me sacaba de quicio y me encantaba al mismo tiempo—. ¿Asustada, Freen?

—No es gracioso —le regañé, frunciendo el ceño mientras me recolocaba en el sofá, aún con el corazón latiendo rápido.

Becky se acercó a mí, sus ojos brillando con esa chispa traviesa que tanto conocía. Había algo diferente en su mirada, una intensidad que me hizo olvidarme del miedo por un momento.

—Puedo hacer que olvides el miedo... —murmuró, su tono bajo y provocativo—. Y que pienses en algo mucho más... placentero.

Antes de que pudiera responder, Becky me empujó suavemente hacia atrás, haciéndome recostar en el sofá. Su cuerpo se colocó sobre el mío, y mi respiración se aceleró al sentir su cercanía.

Comenzó a repartir besos suaves por todo mi rostro, desde mis mejillas hasta mi mandíbula, cada contacto de sus labios enviaba pequeñas descargas de calor por mi piel. Poco a poco fue acercándose a mis labios, y cuando finalmente me besó, fue como si todo lo demás se desvaneciera.

El miedo, la inquietud, incluso la película... todo desapareció. Solo estábamos Becky y yo, en ese instante.

—Freen… —llamó Becky parando nuestro beso.

—¿Qué pasa? ¿No quieres? —pregunté asustada.

—No, claro que sí quiero. Pero solo quería decirte que a pesar de todo y de lo que pase, nunca olvides que de verdad te amo —dijo con un tono que no me gustó, como si me estuviera advirtiendo de algo que pasaría.

Iba a preguntarle de que se trataba, que por qué me estaba hablando de esa era. Pero en cambio, volvió a besar mis labios, transmitiendome mil emociones, me perdí en sus besos.

Aquella noche me había entregado ella nuevamente, pero se sintió distinto. Ella lo hizo de manera suave, como si tuviera miedo de lastimarme y aunque en la oscuridad no podía ver bien su rostro, la escuché llorar.

¿Qué es lo que tanto te duele Becky? ¿De que quieres protegerme?

Entre La Venganza Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora