Capítulo 25: Número Desconocido

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Rebecca Armstrong

Desde que dejé el set, no podía dejar de sonreír. Freen se veía tan hermosa cuando la sorprendía con algo tan simple como un postre de limón. No sabía por qué, pero ver su expresión de alegría genuina siempre conseguía ablandar algo dentro de mí, aunque tratara de mantener las cosas bajo control.

Mientras caminaba hacia la oficina, repasaba mentalmente la conversación que acababa de tener con Billy. Él no podía dejar de alabar las fotos que había tomado de Freen, y honestamente, no podía estar más de acuerdo. Freen tenía ese algo que capturaba la atención, sin siquiera intentarlo. Si tan solo aceptara ser la imagen de la marca, seguro que el éxito sería instantáneo. Pero sabía que no sería tan fácil convencerla. Freen no era de esas personas que disfrutaban de estar en el centro de atención, aunque lo hiciera tan bien sin siquiera intentarlo.

Al llegar a mi oficina, dejé la bolsa en el escritorio y me senté. Mi mente vagaba entre la campaña de la marca y la imagen de Freen bajo ese arco de rosas, con su labial rojo resaltando aún más su belleza natural. Sabía que no era solo su apariencia lo que me tenía así. Freen era especial en muchos más aspectos que los superficiales. Y eso... complicaba las cosas.

Con un suspiro, me recosté en mi silla y cerré los ojos por un momento. No podía ignorar lo que estaba haciendo. Sabía que estaba jugando con fuego. Irin y Non lo habían dejado claro el otro día: lo que estaba haciendo con Freen no era justo, ni para ella ni para mí. Pero la verdad era que mi odio hacia Sam era más fuerte que cualquier cosa en este momento. Ella me había arrebatado a Richie, el hombre que pensé que amaba, y ahora yo estaba buscando mi revancha, sin importarme las consecuencias.

—¿Y Freen? —me pregunté a mí misma. ¿Qué estaba haciendo con ella? Sabía que Freen estaba empezando a sentir algo por mí, pero... ¿y yo? ¿Realmente estaba dispuesta a hacerle daño, solo para vengarme de su hermana? La confusión me golpeó de nuevo, esa confusión que me acompañaba cada vez que estaba cerca de Freen.

Abrí los ojos y miré el teléfono. Podía ver su nombre en mi lista de llamadas recientes. Sabía que si la llamaba ahora, la conversación giraría en torno a la campaña y su posible participación, pero lo que realmente quería era escuchar su voz. Saber qué estaba pensando. Saber si realmente podía seguir con este plan sin que ella saliera lastimada.

Pero me conocía demasiado bien. Sabía que no iba a detenerme. No hasta haber saciado esta necesidad de venganza que me consumía por dentro. Aunque eso significara perder algo en el proceso.

—Esto es lo correcto —me repetí a mí misma, aunque una parte de mí sabía que no lo era.

Con esa resolución, me levanté de la silla y me dispuse a seguir con mi día. Había trabajo que hacer, y no podía dejar que mis emociones se interpusieran.

Unos días después

Los días habían pasado tranquilos desde la última conversación incómoda con Irin y Non. Aunque sus palabras seguían dando vueltas en mi cabeza, no me detenían. Mi plan seguía su curso, y con cada pequeño gesto de afecto, Freen parecía estar más cerca de mí. Como ahora, mientras estábamos en el sofá, ella en mi regazo, y yo perdiéndome en la suavidad de su piel.

Dejaba pequeños besos en sus labios y mejillas, disfrutando de la cercanía, del calor que su cuerpo transmitía. Freen se retorcía levemente, dejando escapar una risita cuando mis besos comenzaron a hacerle cosquillas. —Aquí está la invitación al aniversario de la hacienda Chankimha —dijo de repente, rompiendo nuestro pequeño mundo privado. Me entregó el sobre, pero no le di importancia. Solo lo dejé a un lado en la mesa, prefería seguir en ese momento, con ella, sin que nada más me distrajera.

Freen me observó reírse, disfrutando de mi falta de interés en algo tan formal. Sabía que ese evento tenía que ver con su familia, pero para mí, no era más que un recordatorio de mi venganza. Así que lo ignoré. Ella era lo único que importaba en este instante.

De repente, el teléfono de Freen comenzó a sonar. —No contestes —murmuré en su oído, dejando un suave beso en su cuello, esperando que el sonido se apagara pronto. Pero Freen, con esa sonrisa encantadora, me miró divertida. —¿Y si es algo importante? —me dijo, mordiéndose el labio mientras se deslizaba fuera de mi regazo para buscar el teléfono en su bolsa.

Hice un puchero exagerado, observándola mientras rebuscaba en el mesón. No quería que ese momento se interrumpiera, pero ella me lanzó una sonrisa de esas que me volvían loca y se acercó para darme un beso rápido en los labios, seguido de una pequeña mordida que me arrancó un suspiro.

Vi cómo contestaba la llamada sin ni siquiera mirar la pantalla. En cuanto escuchó la voz al otro lado, su cuerpo se tensó. Yo, todavía en el sofá, observaba cómo sus labios dejaban de curvarse en esa sonrisa despreocupada. Algo había cambiado en su expresión, como si la persona del otro lado hubiera dicho algo que la dejó completamente inmóvil.

—Freen... ¿quién es? —pregunté, sintiendo un pequeño nudo de inquietud formarse en mi pecho.

Ella colgó rápidamente y se giró hacia mí con una sonrisa forzada. —Nada, un número desconocido —me dijo, tratando de sonar casual mientras volvía a mi lado.

Algo no estaba bien. Podía verlo en sus ojos, aunque tratara de ocultarlo. Pero por ahora, decidí no presionar. Si había algo importante, tarde o temprano lo sabría.

Freen volvió a sentarse a mi lado, pero el momento ya no era el mismo. Me quedé en silencio, observando cómo miraba distraída el teléfono, sus dedos jugueteando con los bordes de su camisa. ¿Qué había pasado? ¿Quién era la persona que la había dejado tan alterada? Las preguntas comenzaron a rondar en mi cabeza, pero me las guardé por ahora.

Sonreí, acercándome de nuevo, y dejé un beso suave en su mejilla, tratando de recuperar ese pequeño mundo que habíamos creado antes de la interrupción. Pero la sensación de que algo estaba a punto de cambiar ya no me abandonaba.

Entre La Venganza Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora