El silencio del bosque se tornó denso, como si el aire mismo se hubiera vuelto pesado ante la confrontación entre Bakugo y Kaisa. Ambos se miraron a los ojos, buscando en las profundidades del otro una chispa de comprensión que, hasta ese momento, parecía inalcanzable. El dragón, ajeno a la tensión palpable, permanecía a su lado, sus escamas brillando en tonos rojos que reflejaban la luz del sol, creando un espectáculo de colores que contrastaba con la seriedad del momento.
Kaisa respiró profundamente, sintiendo el fresco aroma de la tierra y las hojas que la rodeaban. Sabía que cada palabra contaba, cada movimiento podía ser malinterpretado. Su corazón latía con fuerza, no solo por la cercanía del dragón, sino también por la intensidad del momento. El desafío en los ojos de Bakugo era evidente; él estaba decidido a proteger lo que consideraba suyo, y eso incluía a su dragón.
—Si no estás controlándolo, entonces demuestra que no eres una amenaza —repitió Bakugo, su tono más grave que antes. Su cuerpo tenso mostraba que estaba listo para actuar en cualquier momento, dispuesto a saltar si la situación se tornaba peligrosa.
Kaisa sabía que debía encontrar una manera de ganarse su confianza. Su mente trabajaba a mil por hora, recordando los relatos que había escuchado sobre los dragones y su conexión con los humanos. La música siempre había sido una forma de acercarse a las criaturas mágicas; quizás, si podía mostrarle a Bakugo que su intención era genuina, podría aliviar un poco su desconfianza.
—¿Qué tal si te muestro lo que puedo hacer? —sugirió, intentando mantener su voz serena, a pesar de que la adrenalina corría por sus venas.
Bakugo la miró con desdén. Aún no estaba convencido. *¿Qué podría hacer ella para probar que no era una amenaza?* No podía confiar en las palabras vacías de una bruja, aunque una parte de él, que raramente se atrevía a asomarse, sentía curiosidad por lo que Kaisa tenía en mente.
Kaisa sonrió, aunque el nerviosismo le provocó un ligero temblor en las manos. Decidió dar un paso hacia el dragón, no como un desafío, sino como una invitación. Con suavidad, comenzó a entonar una melodía, una canción suave que se elevó entre los árboles, llevando consigo la paz que tanto deseaba transmitir.
La canción era un canto antiguo que había aprendido de su abuela, llena de palabras que hablaban de la conexión entre humanos y dragones, de respeto y comprensión. Era un himno de armonía, y Kaisa se dejó llevar por la melodía, consciente de que cada nota debía ser perfecta.
—Escucha —dijo, mirando a Bakugo, que se mantenía tenso, pero con la mirada fija en el dragón—. Si quieres saber que no le haré daño, entonces deja que escuche lo que tengo para ofrecer.
Bakugo observó a su dragón, que, poco a poco, comenzó a calmarse, sus grandes ojos amarillos brillando con curiosidad. La canción de Kaisa parecía tener un efecto mágico, una conexión que ni Bakugo pudo ignorar. Aunque quería permanecer escéptico, su dragón se movió hacia ella, acercándose con una confianza que lo sorprendió.
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"La bruja y el guardián de las llamas." | Bakugo Katsuki.
FantasyEn un bosque encantado donde la magia fluye con cada susurro del viento, Kaisa, una joven bruja, busca ingredientes para sus hechizos. Sin embargo, su tranquila misión se transforma en un encuentro inesperado cuando se topa con un dragón rojo, travi...