El sol apenas despuntaba cuando Kaisa cerró la puerta de su pequeña cabaña y comenzó a caminar en silencio por el sendero del bosque, envuelta en sus pensamientos. Las primeras luces del amanecer teñían el paisaje con tonos dorados y rosados, iluminando su camino entre la vegetación y proyectando sombras suaves en el suelo. Aunque el bosque estaba en calma, había una inquietud en el aire, como si el propio entorno guardara secretos.
A pesar de que había descansado poco, una determinación renovada impulsaba cada paso que daba. La lectura del libro antiguo la había dejado con muchas más preguntas que respuestas, pero algo dentro de ella sentía que el bosque escondía aquello que necesitaba saber. Las palabras sobre el pacto roto, la traición y la venganza de los dragones habían resonado en su mente durante toda la noche. Y, por encima de todo, aquel nombre: Bakugo. Un protector de los dragones, alguien que alguna vez había sido un guardián del equilibrio. ¿Podría haber alguna conexión entre ese protector de antaño y el hombre que había conocido?
Cada paso la acercaba más a ese lugar especial, a aquel punto profundo en el bosque donde se había encontrado con Bakugo y su dragón. El aire comenzaba a enfriarse a medida que avanzaba, pero no aminoró su paso. No iba a dejar que el miedo ni las dudas la detuvieran. Algo en su interior la llamaba a seguir adelante, a desentrañar el misterio de los dragones y del pacto roto.
Las hojas crujían bajo sus pies, y en medio del silencio del bosque, escuchaba su propia respiración. Recordaba la intensidad en los ojos de Bakugo, su furia casi palpable, y se preguntaba si había algo más que simple enfado en su reacción. Quizás él también cargaba con el peso de aquella historia, de un pacto que había sido destruido y que ahora envolvía sus vidas en una maraña de resentimientos y viejas heridas.
Finalmente, llegó a un claro en el bosque, el lugar donde todo había comenzado. Se detuvo en medio de la hierba, dejando que el silencio la envolviera. Cerró los ojos un momento, intentando conectarse con la esencia del lugar, como si pudiera sentir las antiguas energías que habían sido testigos de aquel pacto. Era un acto casi instintivo, como si dentro de ella, la magia que poseía intentara alcanzar algo más profundo.
Al abrir los ojos, vio una figura en la distancia. Era Bakugo, quien se encontraba apoyado contra un árbol, observándola con una expresión seria. Kaisa sintió su corazón latir con fuerza, pero se mantuvo firme, sin apartar la vista de él.
—Veo que finalmente has decidido volver —dijo Bakugo, sin molestarse en disimular el tono de resentimiento en su voz.
Kaisa respiró hondo antes de responder.
—No me fui por falta de interés —murmuró, mirándolo con una mezcla de desafío y vulnerabilidad—. He estado intentando entender lo que significa todo esto... todo lo que pasa entre los dragones y nosotros.
Bakugo entrecerró los ojos, como si estuviera evaluando cada palabra. Permaneció en silencio un momento, hasta que su voz, más baja pero cargada de significado, rompió la tensión.
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"La bruja y el guardián de las llamas." | Bakugo Katsuki.
FantasyEn un bosque encantado donde la magia fluye con cada susurro del viento, Kaisa, una joven bruja, busca ingredientes para sus hechizos. Sin embargo, su tranquila misión se transforma en un encuentro inesperado cuando se topa con un dragón rojo, travi...