Capítulo 12: Ecos de un pasado olvidado.

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El día había pasado lento desde que Kaisa había regresado al pueblo. A pesar de que sus amigos la recibieron con calidez, la sensación de pesadez no la había abandonado. Estaba sentada en la mesa junto a ellos, pero apenas prestaba atención a la conversación. Los ruidos del pequeño comedor, el sonido de los cubiertos chocando con los platos, y las risas apagadas de los otros comensales parecían distantes, como si estuviera atrapada en una burbuja.

Sus amigos no parecían notar su silencio, sumidos en su plática cotidiana sobre los quehaceres del pueblo y las novedades recientes. Kaisa, en cambio, estaba perdida en sus propios pensamientos, preguntándose cómo había llegado a este punto. *¿Por qué Bakugo había reaccionado de esa manera?* Se repetía esa pregunta en la cabeza una y otra vez. Solo había fallado en un encuentro, pero su furia parecía desmedida.

Lentamente, levantó su cuchara, pero la dejó caer de nuevo en el plato, sin apetito. La comida que antes le habría parecido deliciosa ahora tenía un sabor insípido en su boca. Miró a sus amigos, sus caras felices y despreocupadas, y se preguntó cómo podían estar tan tranquilos cuando ella sentía un torbellino en su interior. Por supuesto, ellos no sabían nada de Bakugo ni de lo que había sucedido en el bosque. Ni siquiera sabían que había alguien como él en su vida.

El frío de la noche comenzaba a filtrarse a través de las ventanas del comedor, pero el calor de la chimenea cercana contrarrestaba el aire gélido. Sin embargo, Kaisa apenas lo notaba. Sus manos descansaban entrelazadas sobre su regazo, inmóviles, mientras sus pensamientos volvían a la última vez que había visto a Bakugo.

El brillo de su ira era tan vívido en su mente que podía sentirlo aún. Las llamas que parecían arder en sus ojos, su mandíbula tensa, y el tono de su voz, lleno de resentimiento. Había algo más que simple enojo por haber perdido la cita, algo más profundo, casi como si lo hubiera herido personalmente.

El tiempo parecía haberse detenido mientras repasaba cada interacción en su mente, buscando alguna señal que hubiera pasado por alto. Era como si su mente estuviera atrapada en ese momento con él, como si no pudiera dejarlo atrás. El dolor que había sentido cuando Bakugo la miró de esa forma tan dura seguía presente, persistente como una herida que no dejaba de arder.

—Kaisa, ¿te pasa algo? —la voz de uno de sus amigos la sacó de golpe de sus pensamientos. Lo miró, parpadeando, como si hubiera sido arrastrada de vuelta a la realidad.

—Eh... no, no es nada —respondió, tratando de esbozar una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—Pareces distraída, has estado callada toda la cena —comentó Ochako, con una sonrisa amigable pero con un eje de preocupación.

Kaisa desvió la mirada hacia el plato frente a ella, donde la sopa se enfriaba lentamente. No podía compartir con ellos lo que le pasaba, no sabían nada de Bakugo ni de su conexión con los dragones. Sería demasiado complicado de explicar, y además, no estaba lista para hablar de ello. Ni siquiera ella misma lo entendía del todo.

—Estoy un poco cansada, nada más —dijo al final, encogiéndose de hombros, restándole importancia a sus propios sentimientos.

Sus amigos parecieron aceptar su respuesta, aunque no del todo convencidos. Kaisa sintió cómo la presión en su pecho aumentaba, pero no dijo nada más. Era más fácil así, fingir que todo estaba bien, aunque por dentro el torbellino de emociones seguía creciendo.

Terminaron la cena en silencio, y cuando todos se levantaron para despedirse, Kaisa apenas notó el cambio en el ambiente. Se despidió con una sonrisa vacía, prometiendo que los vería al día siguiente, pero en su mente ya había tomado una decisión. Necesitaba espacio, necesitaba entender qué estaba pasando en su interior y por qué Bakugo la afectaba tanto.

"La bruja y el guardián de las llamas." | Bakugo Katsuki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora