"La bruja y el guardián de las llamas." | Bakugo Katsuki.

Capítulo 11: Fuego y frustración.

El día había sido largo, agotador para todos. La luz del atardecer se extinguía lentamente, dejando una atmósfera tranquila, mientras las sombras envolvían el pueblo. Kaisa y sus amigos finalmente terminaron los preparativos. Las decoraciones brillaban tenuemente bajo la suave luz de las lámparas colgantes, y el aire fresco de la noche anunciaba que el trabajo duro había concluido, al menos por ese día.

Ochako se estiró, dejando escapar un suspiro de alivio.

—¡Al fin hemos terminado! —dijo con una sonrisa cansada—. Ha sido un largo día, pero el festival va a quedar increíble.

—Sí, fue mucho trabajo, pero creo que valió la pena —agregó Izuku, observando las decoraciones con satisfacción.

Tenya, siempre diligente, revisaba una lista en su mano.

—Lo más importante es que todo esté listo para cuando lleguen los invitados —dijo con su usual tono responsable—. Pero ahora, todos debemos descansar. Mañana será otro día largo.

Kaisa, agotada, asintió. La sensación de cansancio comenzaba a asentarse en sus músculos, pero su mente aún estaba activa. Había algo que la inquietaba, algo sobre lo que Shoto había dicho antes, sobre las guerras pasadas y el conflicto con los dragones. Decidió que antes de irse a dormir, necesitaba saber más.

—Nos vemos mañana —dijo Kaisa mientras sus amigos se despedían.

El grupo comenzó a dispersarse, cada uno yendo a sus respectivas casas. La noche había caído por completo cuando Kaisa llegó a la suya, y el silencio del pueblo, solo interrumpido por el suave crujido de las hojas bajo sus pies, la acompañaba. Cuando entró, su madre ya estaba acostada, probablemente agotada por las tareas del día.

Kaisa, sin embargo, tenía otros planes. Subió a su habitación, encendió una lámpara de aceite y buscó en su pequeña colección de libros. Sabía que entre esos viejos volúmenes habría algo que explicara más sobre la historia del pueblo y los dragones. Finalmente, encontró uno, un libro grueso y polvoriento que hablaba sobre las antiguas guerras y las leyendas de la región.

Se sentó en su escritorio, hojeando las páginas amarillentas. Las descripciones detallaban los conflictos entre los humanos y los dragones, cómo los territorios habían sido divididos, y cómo algunos pueblos, como el suyo, habían sido directamente afectados por esas guerras. La lectura era fascinante, pero también inquietante. Las historias de dragones poderosos y territorios en disputa hacían eco en su mente, recordándole su conexión con Bakugo y el peligro que implicaba acercarse a su mundo.

Sus ojos comenzaron a cerrarse mientras leía. El cansancio del día, combinado con la tranquilidad de la noche y el suave parpadeo de la lámpara, hicieron que, inevitablemente, Kaisa se quedara dormida sobre el libro. El suave sonido de las páginas al moverse bajo su respiración tranquila fue el único ruido en la habitación.

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A la mañana siguiente, el sol ya había ascendido lo suficiente como para iluminar la casa cuando la madre de Kaisa entró en su habitación, encontrándola aún dormida sobre el escritorio. Sonriendo con ternura, se acercó y le dio un suave empujón en el hombro.

—Kaisa, es hora de levantarse. Ya es tarde y necesitamos comprar algunas cosas para el desayuno.

Kaisa se despertó sobresaltada, el libro aún bajo sus brazos y la lámpara apagada. Parpadeó confundida, tardando unos segundos en recordar dónde estaba.

—¡Oh no! —exclamó, levantándose de inmediato—. ¡Es más tarde de lo que pensé!

Su madre rió suavemente.

—No te preocupes, aún hay tiempo. Pero ve a la tienda antes de que cierren, necesitamos algunos ingredientes para el desayuno.

Kaisa asintió rápidamente, aún adormilada, pero consciente de que no debía perder más tiempo. Se cambió de ropa apresuradamente, optando por un vestido sencillo de lino claro. Al bajar las escaleras, su madre ya estaba preparando algunas cosas en la cocina.