—¿Estás seguro de que no es peligroso? —Kaisa lanzó una mirada de preocupación hacia el imponente dragón de escamas doradas y verdes, que la observaba desde lo alto con ojos que reflejaban una inteligencia antigua y profunda. No podía evitar morderse el labio, llena de nerviosismo, mientras se acercaba a la bestia, sintiendo el latir acelerado de su corazón. En esos momentos, se maldecía por llevar un vestido. La tela, aunque elegante y de un tono azulado que hacía resaltar sus ojos, era incómoda para algo tan
desafiante como montar a un dragón.El sonido de una risa contenida interrumpió sus pensamientos. Al girarse, Kaisa encontró a Bakugo observándola con una sonrisa burlona en los labios, los brazos cruzados y la mirada encendida con diversión.
—Si tienes miedo, tal vez no deberías hacerlo —comentó Bakugo, disfrutando visiblemente de la expresión contrariada de Kaisa—. Aunque claro, no esperaba que una bruja estuviera tan nerviosa.
Kaisa sintió cómo su orgullo ardía al escuchar esas palabras. Con la mandíbula tensa y los labios apretados, decidió ignorarlo. Dio un paso firme hacia el dragón, decidida a no ceder ante la provocación. Sin embargo, en cuanto intentó subir al lomo del dragón, uno de sus pies se resbaló en la escama pulida, y se tambaleó sin remedio.
—¡Ah! —exclamó, sintiendo cómo el suelo parecía acercarse rápidamente. Pero antes de que pudiera caer por completo, Bakugo se acercó con rapidez, sosteniéndola con firmeza por la cintura.
—¿Quieres que lo haga por ti? —susurró, aún riendo, pero ahora con un tono más bajo, lo suficientemente cerca para que Kaisa sintiera el calor de su respiración.
Ella, recuperando el equilibrio con el rostro ligeramente sonrojado, se apartó un poco y miró hacia otro lado, tratando de retomar la compostura.
—No necesito que me ayudes. Sólo... enséñame cómo hacerlo bien —respondió, sin mirarlo directamente, aunque podía sentir la intensidad de sus ojos sobre ella.
Bakugo soltó un suspiro, dejando de lado su sonrisa burlona, y tomó una expresión más seria.
—Mira, si quieres entender a los dragones, no basta con ser valiente. Tienes que aprender a respetarlos y a moverte con ellos, no contra ellos —dijo, observando al dragón como si se tratara de un viejo amigo—. El lomo de un dragón no es como un caballo o cualquier otra montura. Tienes que sentir sus movimientos, anticiparte a ellos y adaptarte.
Con un movimiento fluido, Bakugo subió al dragón, manteniendo una postura firme y relajada al mismo tiempo. Desde su posición, extendió una mano hacia Kaisa, ofreciéndole ayuda. Ella vaciló un instante, su orgullo aún reacio a aceptar su apoyo, pero finalmente tomó su mano. La calidez y la fuerza en su agarre la tranquilizaron mientras lograba estabilizarse junto a él en el lomo de la criatura.
Una vez arriba, Bakugo miró hacia el vasto cielo azul, donde apenas se asomaban algunas nubes dispersas. Sin soltar su agarre en ella, señaló una dirección hacia el horizonte.
—Lo primero que tienes que entender es cómo funciona el vuelo —explicó Bakugo con voz firme—. Un dragón no simplemente vuela, Kaisa; ellos... desafían la naturaleza. Usan tanto sus alas como su propio poder innato, así que siempre están conectados a la magia, de alguna forma. Tienes que sentir esa conexión. Aquí, observa.
Bakugo colocó su mano sobre el costado del dragón, que comenzó a agitar sus alas con un ritmo pausado. Kaisa observaba fascinada cómo las escamas brillaban con destellos de energía, reflejando tanto la luz solar como alguna fuerza mística interior. Sintió una oleada de respeto hacia la majestuosa criatura, y sin darse cuenta, sus propios dedos rozaron las escamas cálidas y vivas.
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"La bruja y el guardián de las llamas." | Bakugo Katsuki.
FantasyEn un bosque encantado donde la magia fluye con cada susurro del viento, Kaisa, una joven bruja, busca ingredientes para sus hechizos. Sin embargo, su tranquila misión se transforma en un encuentro inesperado cuando se topa con un dragón rojo, travi...