La luna brillaba intensamente en el cielo, iluminando el camino hacia el pueblo. Kaisa, Izuku y Ochako caminaban juntos, riendo y hablando mientras avanzaban por el sendero que los llevaba de regreso a su hogar. El aire fresco de la noche llevaba consigo el aroma de las flores silvestres y el susurro de las hojas movidas por la brisa.
—No puedo creer que hayas encontrado un dragón —dijo Ochako, con los ojos brillantes de emoción. —¡Eso es increíble! ¿Era enorme? ¿Tenía alas grandes?
Kaisa sonrió ante la curiosidad de su amiga. —Era un poco más pequeño que yo, pero tenía unas alas realmente hermosas. Y era de un rojo intenso.
Izuku, que caminaba al lado de Kaisa, se rascó la nuca, un poco inseguro. —¿Y estaba enojado? Digo, los dragones suelen ser... ya sabes, un poco temperamentales.
—No, no era agresivo. Era curioso, como un gato —respondió Kaisa, recordando cómo el dragón había jugueteado con ella.
—¿Un dragón que se comporta como un gato? —replicó Ochako, riendo—. ¡Eso es aún más increíble! Tendrías que llevarlo a casa, ¡sería un compañero perfecto!
Kaisa se rió, imaginando al dragón acurrucado en su habitación. —Quizás, pero no creo que mis padres lo acepten fácilmente.
De repente, Izuku cambió de tema, su voz emocionada. —Oigan, ¿qué les parece si cenamos juntos? Podríamos ir al restaurante de la esquina. Me han dicho que tienen el mejor estofado de carne de toda la aldea.
—¡Eso suena genial! —exclamó Ochako, haciendo un gesto con las manos como si estuviera atrapando la comida en el aire—. He estado soñando con eso desde hace días.
Kaisa asintió, sintiendo que la idea de una cena con amigos era perfecta. Había pasado un día tan intenso y emocionante que disfrutar de una buena comida era justo lo que necesitaba.
A medida que se acercaban al pueblo, las luces de las casas comenzaron a brillar como estrellas en la tierra. Risas y conversaciones flotaban en el aire, y el bullicio del mercado nocturno les dio la bienvenida.
—Mira, el puesto de dulces —dijo Kaisa, apuntando hacia una colorida tienda decorada con luces brillantes. —Siempre tienen esos pasteles de frutas que son irresistibles.
Ochako se detuvo en seco. —¡No puedo resistirme a eso! ¡Vamos!
Izuku se rió, viendo a Ochako correr hacia el puesto. —A veces me pregunto si te alimentas solo de dulces, Ochako.
—¡Por supuesto que no! —respondió ella, con una sonrisa de triunfo mientras seleccionaba un pastel de frutas—. Pero un poco de azúcar nunca hace daño.
Kaisa se unió a ella en el puesto, eligiendo un par de pasteles para compartir. Mientras tanto, Izuku revisaba su monedero, asegurándose de tener suficiente para la cena.
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"La bruja y el guardián de las llamas." | Bakugo Katsuki.
FantasiEn un bosque encantado donde la magia fluye con cada susurro del viento, Kaisa, una joven bruja, busca ingredientes para sus hechizos. Sin embargo, su tranquila misión se transforma en un encuentro inesperado cuando se topa con un dragón rojo, travi...