CAPÍTULO XXIII - REGALO ESPECIAL

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El aire helado de diciembre se filtraba por los antiguos pasillos de Hogwarts, envolviendo todo en un frío que parecía calar hasta los huesos

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El aire helado de diciembre se filtraba por los antiguos pasillos de Hogwarts, envolviendo todo en un frío que parecía calar hasta los huesos. Aunque la mayoría de los estudiantes ya estaban en sus dormitorios, emocionados por las vacaciones de Navidad que comenzaban al día siguiente, yo caminaba sola, siguiendo un camino que conocía bien, hacia uno de los rincones más apartados del castillo.

Cada año, antes de que Draco y yo nos separáramos por las vacaciones, siempre encontrábamos una manera de vernos a solas. Esta pequeña tradición había nacido hace tiempo, casi por casualidad, pero se había convertido en un momento que ambos esperábamos con ansias. Me vino a la mente la primera vez que le había dado un regalo de Navidad; Draco había estado visiblemente sorprendido, casi como si no supiera qué hacer con el gesto. La felicidad que vi en su rostro esa noche fue lo que me reveló una triste realidad: él, Draco Malfoy, nunca había recibido un regalo de Navidad. Desde entonces, esa última noche antes de partir se volvió nuestra.

Cuando llegué, lo vi allí, esperándome. Estaba apoyado casualmente contra la pared, con las manos en los bolsillos de su abrigo, su figura esbelta destacándose bajo la tenue luz de las antorchas. Miraba distraídamente hacia el cielo estrellado que se veía a través de las grandes ventanas del castillo, absorto en sus pensamientos. Sin embargo, al escuchar mis pasos acercarse, levantó la cabeza, y esa sonrisa lenta, esa que guardaba solo para mí, apareció en su rostro.

- ¿Esperabas a alguien más? —bromeé suavemente al llegar a su lado.

- No, solo a ti, como siempre

Con una sonrisa aún en mi rostro, me acerqué a él, sintiendo cómo su calidez contrastaba con el aire frío a nuestro alrededor. Sin pensarlo dos veces, me puse de puntillas y rocé sus labios con los míos, un beso suave y lleno de complicidad. Draco respondió de inmediato, deslizando sus manos hasta mi cintura y atrayéndome hacia él, envolviéndome en un abrazo que me hacía sentir protegida y cerca.

Satisfecha con ese gesto, llevé mis manos a su cuello, acariciando con delicadeza su cabello rubio platino, una de mis cosas favoritas. Sentí un leve estremecimiento recorrer su cuerpo mientras sus dedos viajaban por mi espalda, dibujando caminos invisibles que nos acercaban aún más, como si buscáramos eliminar cualquier distancia, por mínima que fuera, entre nosotros.

Finalmente, nos vimos obligados a separarnos, no por falta de ganas, sino porque el aire comenzaba a faltarnos. Ambos respirábamos de manera entrecortada, nuestros rostros todavía cerca, y aunque el beso había terminado, nuestras miradas seguían conectadas, como si ninguno quisiera romper ese instante.

- No sé qué voy a hacer estos días sin verte —murmuró Draco.

- No seas exagerado, Draco, son solo unos pocos días —le respondí con una sonrisa juguetona

- Para mi, eso es una eternidad —replicó, frunciendo el ceño de manera que me hizo sonreír.

Me separé de él con un ligero suspiro, sintiendo aún la calidez de su cercanía, mientras sus ojos seguían fijos en mí, llenos de curiosidad. Con una mezcla de nervios y emoción, metí la mano en el bolsillo de mi abrigo, buscando el pequeño regalo que había preparado con tanto esmero.

𝒜𝓂𝑜𝓇 𝒮𝑒𝒸𝓇𝑒𝓉𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora