CAPÍTULO XXIX - CULPA

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Desde ese día, todo empezó a ir de mal en peor

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Desde ese día, todo empezó a ir de mal en peor. Dumbledore desapareció inmediatamente después de que se anunciara su injusta condena a Azkaban. Nadie sabía dónde estaba, y la sensación de desamparo era palpable en todo el castillo. Como si la sombra de su ausencia no fuera suficiente, pronto nos enteramos de que no habría más libertad en Hogwarts. En su lugar, la bruja de Umbridge fue nombrada directora, y con ella, todo cambió para mal.

El ambiente en el castillo se volvió sombrío y opresivo. Los cuadros de las paredes, que solían llenarnos de historia y vida, desaparecieron, como si se hubiera borrado el alma del lugar. Las puertas que antes nos permitían sentirnos libres, fueron cerradas como si todo el castillo se hubiera convertido en una prisión. Y las nuevas reglas, absurdas y crueles, empezaron a apoderarse de cada rincón de Hogwarts, anulando cualquier vestigio de la libertad que antes conocíamos.

Cada tarde, después de las clases, nos reunían en el Gran Comedor para recibir los castigos. Las plumas mágicas, inventadas por Umbridge, nos hacían escribir una y otra vez frases humillantes que se marcaban en la piel, dejando cicatrices dolorosas, tanto físicas como emocionales. Era una tortura silenciosa, que nos hacía sentir más pequeños, más impotentes, pero, sobre todo, más atrapados.

Sabía que Harry lo estaba viviendo peor que nadie. No lo decía en voz alta, pero su mirada lo delataba. Podía verlo en sus ojos, ese dolor de ver a todos sufrir por algo que sentía que había causado. Aunque no lo expresara, era evidente. Y lo peor de todo era que no sabía cómo aliviarlo.

- Hiciste lo que pudiste, nadie le puede ganar a esa bruja — dijo Ron, mientras caminábamos por el puente que conectaba el bosque con el castillo.

- Ni siquiera Dumbledore lo pudo prever — le respondí, caminando a su lado. Miré a Harry, que caminaba unos pasos delante de nosotros, con la mirada perdida hacia el paisaje. — Si de alguien es la culpa, es nuestra.

- Sí, nosotros te convencimos — dijo Ron, apoyándose en mi postura mientras sus ojos también se dirigían hacia Harry.

- Sí, pero yo accedí — respondió Harry de repente, interrumpiéndonos. Se dio la vuelta para mirarnos —Intenté con tantas ganas ayudar, y lo único que hice fue empeorar todo — hizo una pausa, mientras su mirada se desviaba nuevamente hacia el horizonte. — De todas formas, no importa. No quiero volver a hacerlo. Porque cuanto más te importa algo, más sufres. Tal vez sea mejor que...

- ¿Qué cosa? — pregunté, insistiendo para que terminara la frase. Algo en su tono me preocupaba, y no pude evitar que un nudo se formara en mi garganta.

- Que siga solo — murmuró, con una tristeza palpable en su voz. 

 

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𝒜𝓂𝑜𝓇 𝒮𝑒𝒸𝓇𝑒𝓉𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora