CAPÍTULO XXIV - SOLO...

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Salí del sótano, donde Snape me había estado torturando

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Salí del sótano, donde Snape me había estado torturando... bueno, enseñando oclumancia, aunque a veces no sabía si había mucha diferencia entre una cosa y otra. Mis pies pesaban como si estuviera arrastrando piedras por los oscuros pasillos del castillo. El entrenamiento había sido agotador. Snape no se andaba con rodeos, y aunque entendía la urgencia, con Voldemort metiéndose en mi cabeza y todo eso, no podía evitar sentirme completamente drenado.

Dumbledore y él habían decidido que debía aprender oclumancia cuanto antes, especialmente después de ese maldito sueño en el que vi a Arthur Weasley siendo atacado. Desde entonces, parecía que no podía respirar sin sentir el peso de esa conexión que Voldemort estaba forjando en mi mente. Cada vez que cerraba los ojos, sentía su presencia, y eso me asustaba más de lo que quería admitir. Pero eso no significaba que pasar toda la noche con Snape fuese algo que disfrutara.

El aire estaba helado, y la primera luz del amanecer apenas se colaba por las ventanas. No había dormido nada, y las horas habían pasado como si no existieran, mezclándose en un ciclo interminable de intentos fallidos de cerrar mi mente. Lo único que quería era llegar a la sala común y desplomarme en un sillón, tal vez hablar con Ron o Hermione, si es que ya estaban despiertos.

Pero, al girar en uno de los pasillos, me encontré con alguien que no esperaba. Pansy Parkinson venía caminando hacia mí.

Fruncí el ceño. ¿Qué demonios hacía ella aquí a estas horas? No era normal encontrarse con nadie en estos pasillos tan temprano. Todos seguían durmiendo, y si algo sabía de Pansy era que amaba dormir. Si la despertabas, se ponía furiosa, así que verla aquí me pareció muy extraño.

- ¿Pansy? —pregunté, acercándome con cautela —. ¿Qué haces aquí? — Levantó la vista lentamente, como si no hubiera notado mi presencia hasta que le hablé. Nuestros ojos se cruzaron solo un instante, pero enseguida apartó la mirada.

- No podía dormir —respondió en voz baja.

Había algo en su tono que me puso en alerta. Se veía... cansada. Sus ojos estaban rojos e hinchados, como si hubiera estado llorando. No sabía qué le había pasado, pero no quise presionarla. Decidí seguir la conversación de manera más ligera.

- Yo tampoco —dije, tratando de sonar comprensivo—. Estuve con Snape, entrenando oclumancia... Soñé que el papá de Ron había sido atacado en el Ministerio, y resultó ser cierto. Dumbledore y Snape creen que Voldemort está... bueno, metiéndose en mi cabeza.

- Siempre ha sido así, Harry — me respondió con un tono de reproche—. Pero no te diste cuenta hasta ahora. Nunca pediste ayuda.

- Lo sé —admití —. Ahora es cuando me doy cuenta de lo grave que es la situación.

- ¿Y cómo está el papá de Ron?

- Lo encontraron a tiempo. Estaba muy malherido, pero está vivo, es lo importante.

𝒜𝓂𝑜𝓇 𝒮𝑒𝒸𝓇𝑒𝓉𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora