CAPÍTULO XVII - UMBRIDGE

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Como en todos los inicios de año escolar, el Gran Comedor de Hogwarts estaba repleto de vida y energía

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Como en todos los inicios de año escolar, el Gran Comedor de Hogwarts estaba repleto de vida y energía. Los cuatro largos tablones estaban abarrotados de estudiantes ansiosos y emocionados, todos vistiendo con orgullo los colores de sus respectivas casas. El techo encantado reflejaba un cielo nocturno despejado, salpicado de estrellas que titilaban suavemente sobre nuestras cabezas, aportando una atmósfera mágica y acogedora al lugar.

Las largas mesas de cada casa estaban llenas de comida: carnes, verduras asadas, pasteles rellenos y tortas de todos los sabores que uno pudiera imaginar. El bullicio reinaba por todas partes, con las voces de los estudiantes llenando el aire mientras hablaban animadamente de sus vacaciones, riendo y compartiendo historias.

Sin embargo, a pesar de todo el ruido, yo me encontraba en otro mundo, completamente absorto en una castaña que se encontraba al otro lado del comedor, en la mesa de Gryffindor. Su cabello castaño rizado caía en cascada sobre sus hombros, y sus ojos brillaban con esa chispa de inteligencia y determinación que siempre la caracterizaba.

No podía evitar sonreír ligeramente al notar cómo se sonrojaba cada vez que nuestras miradas se cruzaban. Había algo irresistiblemente encantador en verla luchar por mantener la compostura mientras sentía el peso de mi mirada sobre ella. Sabía que este juego de miradas era peligroso en medio de tanta gente, especialmente con las tensiones que existían, pero la tentación era demasiado grande como para resistirse.

- ¿Qué opinas, Draco? —la voz de Pansy interrumpió mis pensamientos, devolviéndome abruptamente a la realidad. Parpadeé un par de veces, desviando la mirada de Hermione y enfocándome en mis amigos que me miraban expectantes. Me di cuenta de que había estado tan absorto que no tenía idea de qué estaban hablando. Pansy me observó con una ceja arqueada y una pequeña sonrisa divertida en sus labios - Deja de mirarla o todos se van a dar cuenta — susurró con una sonrisa divertida, consciente de lo que estaba pasando.

Suspiré, sabiendo que tenía razón. Aunque disfrutaba esos momentos furtivos con Hermione, era consciente de que teníamos que ser discretos. Asentí ligeramente, intentando recomponerme y prestar atención a la conversación.

- Lo siento, ¿de qué hablaban? —pregunté, tratando de sonar casual mientras tomaba un sorbo de la copa frente a mí.

- Les decía que esa mujer sentada cerca de tu padrino... —continuó Pansy, señalando sutilmente hacia la mesa de profesores con un movimiento de su cabeza.

- ¿Quién? – pregunté mientras fruncí el ceño y seguí su mirada.

Automáticamente supe de quien hablaba, ya que, entre los profesores, destacaba una figura que era difícil de ignorar. Una mujer de baja estatura, vestida de pies a cabeza en un exagerado tono de rosa que casi lastimaba la vista. Su sonrisa era tan dulce que resultaba empalagosa, y llevaba un pequeño sombrero del mismo color en el cabello, completando un aspecto que parecía más apropiado para una muñeca que para una profesora en Hogwarts.

𝒜𝓂𝑜𝓇 𝒮𝑒𝒸𝓇𝑒𝓉𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora