CAPÍTULO XXI - PATRONUS

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Estaba tranquilo en el salón de pociones, sumido en el silencio, roto solo por el pasar de las páginas

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Estaba tranquilo en el salón de pociones, sumido en el silencio, roto solo por el pasar de las páginas. Hace un momento, hablaba con mi padrino, Snape, cuando un alumno de Slytherin entró apresurado. Dumbledore lo necesitaba de inmediato. Snape, antes de irse, me permitió quedarme. Con el tiempo corriendo lento y el aula vacía, decidí hojear los libros en su escritorio, buscando algo que me distrajera mientras esperaba su regreso.

Después de unos minutos de leer distraídamente, de repente, unas manos suaves cubrieron mis ojos por detrás. El gesto me tomó por sorpresa, pero la familiaridad de ese toque y la voz que le siguió me hicieron sonreír.

- ¿Quién es? —dijo una voz dulce y familiar, con un tono juguetón que me hizo sonreír aún más. Decidí seguirle la corriente, haciéndome el despistado por un momento.

- Mmm...—respondí, fingiendo pensarlo—. ¿Podría ser... Astoria? - Sentí cómo las manos que cubrían mis ojos se tensaron un poco, y luego un ligero silencio incómodo.

- ¿Astoria? —repitió Hermione, retirando sus manos de golpe, su tono ahora más frío y sorprendido.

Me reí en voz baja, dándome vuelta para mirarla directamente. Hermione cruzaba los brazos, con una expresión que mezclaba incredulidad y un toque de celos. No pude evitar sonreírle.

- Estaba bromeando —le repetí con una sonrisa traviesa—. Sabía que eras tú desde el principio.

- Eso no fue gracioso, Draco —replicó Hermione, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos, aunque sus ojos dejaban ver un leve toque de diversión—. No vuelvas a confundirme con ella.

- De acuerdo —respondí, levantando las manos en señal de rendición—, no volveré a hacerlo... aunque esos celos te quedan bastante bien - Hermione me dio un medio golpe en el hombro, lo justo para quejarme con un divertido - ¡Oye!

- Te lo mereces —dijo con una sonrisa victoriosa.

- ¿Qué haces aquí? —pregunté, mientras tomaba una de sus manos y comenzaba a acariciarla suavemente con mis dedos, sin dejar de mirarla.

- Sabía que estabas hablando con tu padrino, y como vi que fue llamado a la dirección, aproveché para venir a verte —respondió mientras se sentaba junto a mí, aunque se giró lo suficiente para mirarme de frente. Sus ojos brillaban con ese toque especial que siempre lograba atraparme—. Llevo dos días sin verte —añadió, haciendo un adorable puchero que me derritió por dentro.

- Lo sé, pero esta vez no soy yo el ocupado... eres tú —dije, fingiendo reproche, aunque sabíamos bien que ambos estábamos llenos de responsabilidades.

- Es emocionante estar en esas clases... aunque desearía que tú fueras el profesor, como en tercer año —dijo Hermione con una sonrisa nostálgica, recordando aquel tiempo en que le enseñé el encantamiento Patronus para defenderse de los Dementores.

𝒜𝓂𝑜𝓇 𝒮𝑒𝒸𝓇𝑒𝓉𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora