Capitulo 5

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En cuanto el Dodge Avenger de Tobias desaparece en la intersección de mi cuadra, salgo de mi casa y me subo al auto de Hecuba, lo enciendo, doy media vuelta y voy en dirección al Seven Eleven del Boulevard 5 de mayo; llego a la tienda, entro a comprar unos burritos preparados, subo al coche y conduzco lo mas rápido que puedo.

Voy todo el camino a casa prácticamente comiendo, y justo cuando llego a mi casa, suena el teléfono, salgo del auto y reviso el móvil.
Es Jennifer.
-"Charls, aun no estoy lista, acabo de llegar de la escuela, te mando mensaje en cuanto ya esté lista".

Perfecto.
-"No te preocupes, yo también acabo de llegar a casa" - le respondo.

Voy a cepillarme los dientes, subo a coger algo de mi dinero, y vacilo un momento en la entrada.
Mi ropa esta hecha un lastre.
Y mi olor no ayuda nada.
Hay agua caliente gracias al calefactor solar que mi padre mando a instalar, así que solo tengo que subir a traer mi ropa, pero ¿a quien le importa? Estoy completamente solo en casa, puedo salir desnudo del baño.
Entro al cuarto de baño, abro el grifo de agua caliente, regulo la temperatura, me desnudo y comienzo a bañarme.
En menos de diez minutos estoy limpio y oliendo a rosas (aroma del jabón que utilicé), salgo del baño directamente hasta mi cuarto. Ropa interior, calcetines y me detengo. Es algo muy propio de las mujeres detenerse a pensar hasta dos horas que ropa ponerse, pero a esta hora, Jen ya debe estar casi lista, y yo no tengo mucho tiempo para elegir mi atuendo; el tema me causa controversia, porque hoy quiero verme bien, porque hoy saldré con mi novia. Tengo un pantalón caqui entallado, unos zapatos azul petróleo y una camisa a cuadros roja. Elijo todo esto y me lo pongo. Pero también necesito un suéter. Elijo uno azul marino con parches caqui en los codos. Veo mi celular y son apenas las 4:20 , le envío mensaje por Whatsapp a Jen para decirle que ya voy en camino. Tomo mi perfume Calvin Klein y me rocío un poco en el cuello.
Bajo las escaleras, pero en cuanto voy a salir, me doy cuenta que tardaría mucho en llegar. Me detengo a pensar un momento ¿Me llevo el auto de Hecuba? ¿Y si regresa antes que yo?
Dijo que si lo necesitaba podía tomarlo, pero ¿lo necesito?. Total que decido tomarlo. Subo al auto y lo enciendo. Meto primera y voy hacia la salida de la calle, en dirección a casa de Jennifer. Llego en menos de diez minutos.
Cuando voy caminando en la vereda del patio, veo que un labrador color beige sale a toda prisa, ladrando desesperadamente , dispuesto a atacarme; un pavor me inunda el alma, y me quedo tan inmóvil como el concreto que estoy pisando, decidiendo entre correr o esperar el ataque. Justo cuando creo que me va a atacar, sale de la casa Martha, la hermana mayor de Jennifer, lo coge por el collar y me salva la vida.
-Gracias-digo con evidente tartamudeo - ¿es tuyo?
-Si, nos lo regaló mi tía Grace-responde, sujetando al perro que ya se ha calmado - pasa por favor, Jen esta arriba en su habitación.
Entro y veo que la mamá de Jennifer esta sentada en un sofá.
- Hola Charls ¿como estas? - me saluda la señora.
- Muy bien señora, gracias ¿y usted?
-También Charls, aunque con algo de gripe. Sube, Jen esta en su habitación.
- Con permiso, señora.
Subo las escaleras hasta la habitación de Jennifer, abro su puerta, que esta entreabierta, y entro.
¡Oh por Dios!
No se si en realidad sea Jen.
La figura que esta de pie frente a mi, parece sacada de un libro.
El vestido azul entallado, los tacones beige, encajan a juego con su figura. La he visto un par de veces con vestido de cóctel, pero este es otro tipo de vestido, uno que ni siquiera se lo había visto.
Trae su pelo negro y rizado en una media cola, y sus labios con un brillo carmín, a juego con su piel blanca.
- Hola amor - dice Jennifer.
-¡Wow!- digo con un evidente asombro - que hermosa te ves, Jen.
- Gracias Charly, tu te ves muy elegante con esa camisa y ese pantalón, bueno, siempre te ves bien.
-Vamos, no queremos llegar tarde al centro comercial.
Le doy mi brazo derecho y bajamos.
En cuanto su mamá nos ve tomados de la mano, deja escapar un ruido típico de una mujer cuando ve a una pareja de enamorados.
- Tengan cuidado, tortolitos - dice la señora.
- Claro mamá, llegaré antes de las nueve-dice Jennifer.
- Con permiso - digo.
Martha ya no esta en el patio, supongo que encerró al perro en el garaje.
Quito los seguros del auto, abro mi puerta, Jen la suya, pongo en marcha el carro y la casa de mi novia queda atrás.
-¿Es el auto de "La Cubana"?- dice mi novia.
Al escuchar esto, no puedo evitar dejar escapar una carcajada.
- Si, es de ella - digo, recuperando el aliento - lo dejó en mi casa y me dijo que si lo necesitaba, que lo tomara.
- Es una gran persona esa "Cubana".
Nuevamente río ante el sobrenombre de Hecuba.
- Lo se Jen, pero no mas que tu - la tomo de la mano y coloco nuestras manos entrelazadas en la palanca de velocidades.
Llegamos al centro comercial Paseo de San Francisco en menos de veinte minutos, tomo mi ticket de estacionamiento, aparco el auto y entramos al centro comercial.
Lo primero que se me viene a la mente es llevarla a un establecimiento de Starbucks Coffee, pero dada la situación que solo tenemos unas tres o cuatro horas disponibles, le sugiero que solo pidamos para llevar. Ella asiente.
Nos acercamos a la caja, donde veo, que una chica bajita, castaña, y de unos ojos cafés muy bonitos, va a tomarnos la orden.
-Bienvenidos a Starbucks ¿que va a ordenar? - dice la chica, con un acento muy peculiar.
-Jen, pide - le digo a Jennifer, volteando a verla.
- Un Fresa Cream Frappuccino por favor.
-Joven...
-Un Chip Frappuccino, los dos para llevar por favor.
- Claro, aquí tiene su ticket, pase a caja a pagar y ahí mismo le entregan su orden.
- Muchas gracias, muy amable.
Pasamos a recoger nuestros cafés, y salimos del establecimiento.
Caminamos hasta el corredor del Paseo de San Francisco, que es, básicamente, un enorme jardín repleto de árboles, tapizado de hortalizas y flores, con diversos senderos entre cada sección de plantas. La cojo de la mano, y vamos hacia una banca, debajo de un hermoso ciprés. Hace tanto tiempo que no me sentía tan bien, en compañía de otra persona, es como si estar con ella, fuese el único sentimiento que conociera en este desastrado mundo.
-Charls, te quiero decir algo - me dice Jen, sacándome de mis pensamientos.
- ¿Que cosa? - mierda, no debí responder así.
- Puedo darte mas de mi ¿sabes? Pero hay cosas que nos lo impiden - dice, tomando una bocanada de aire - lo único que te doy es lo que soy, todo lo que tengo, no puedo presumir de darte el cielo, simplemente, te puedo ofrecer un amor sincero, de aquellos que no importa el tiempo que dure, mientras valga la pena toda la relación.
No puedo evitar sentir una punzada de euforia, euforia por tener como novia a una persona como Jennifer.
- Jennifer, no se que decir, - respondo con un nerviosismo mas claro que el cristal - de todas las cosas que me has dicho, esto, no tiene precedentes, me doy cuenta de lo importante que...
Dejo la frase suspendida en el aire por algo, no, alguien que acabo de ver.
¡Dios mio!
¡¿Que hace el aquí?!
Una sensación de escalofríos me recorre el cuerpo entero, y provoca que se desaten algunas emociones; miedo, pánico, y un poco de pavor.
- Jennifer, Vamonos de aquí - digo, sin dejar de mirar a la persona a espaldas de mi novia.
-Pero ¿por qué? - pregunta, atónita.
- ¡Vamonos!.
Después, cruzo la línea que me separa de la desesperación, tomo a Jennifer de la mano, y acelero el paso, jalando a mi novia.
Se que me vio, y también, se que sus instintos vengativos lo guiarán, tal y como lo dijo tiempo atrás.

-"Esto no se queda así Charls, lo juro"- .

Hoja de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora