Vamos pasando de lado el lugar conocido como Ciudad Judicial, el lugar desde donde opera el Poder Judicial de la Federación, cuando Jennifer recupera algo de consciencia, me mira fijamente, volteo un segundo a mirarla y ella dice.
- Detente, wey, quiero vomitar.
Veo el retrovisor derecho para ver si puedo cambiar de carril, y como está despejado, lo hago, aparco justo cuando Jen abre la puerta y echa todo afuera.
Me limito a voltear al lado contrario.
- ¿Tienes una botella de agua? - me dice, sin voltear y con el mismo tono de ebria.
- Claro - abro la guantera, donde sé que mi padre guarda el agua, saco una botella de seiscientos mililitros, se la doy, ella toma agua sin tocar la boca de la botella, guarda la botella, se enjuaga la boca y escupe hacia afuera.
Ella cierra la puerta, sin decir nada.
Continúo el viaje de regreso.
En cinco minutos, casi hemos llegado, y me doy cuenta que se ha quedado dormida, dormida en verdad, al grado de ir roncando.
Solo sonrío un poco para mí mismo, ladeo la cabeza y conduzco los últimos tres kilómetros que nos separan de casa.
Llegamos al fraccionamiento, el vigilante abre la gigantesca y nueva reja de hierro, que colocaron cuando estuve en incapacidad, y entramos. Solo tres cuadras más y llegamos a...
Un momento.
¿Dónde la llevo?
Freno a mitad de la calle, saco el celular y llamo a la mamá de Jennifer, quien contesta al primer tono.
- ¿Ya la encontraste? - dice, notoriamente preocupada.
- Ya, solo que, bueno, está ebria y dormida.
- ¿¡Ebria!? - grita.
- Sí, es algo que ella le dirá en cuanto recupere la consciencia, ¿está bien si se queda en mi casa?
- Eh, no, sí - titubea su madre - está bien, cuídala mucho, por favor Charlie.
- Claro, no se preocupe, está a salvo conmigo.
Corto la llamada.
Llegamos a mi casa, en cuanto apago el auto me bajo a abrir la puerta del recibidor, luego me regreso a bajar a Jennifer del auto. Abro la puerta del copiloto, le quito el cinturón de seguridad y la cargo en mis brazos. Es muy ligera, pesa unos cincuenta y cinco kilos.
Cierro la puerta del auto y del recibidor con la pierna izquierda, y la subo cargando a mi habitación, lo que me trae un recuerdo poco agradable.
Una vez en mi habitación, la acuesto en mi cama, busco en el armario una cobija para taparla, ya que se comienza a sentir algo de frío. Le echo la cobija encima, de modo que le cubra desde el cuello hasta los pies; también le quito los zapatos, los dejo a un lado de la mesita de noche.
La veo un segundo, el ambiente de la habitación se siente pesado, sombrío, fúnebre; quizás es por todo lo que pasó en este día, ha sido demasiado para mí, tengo la tristeza a flor de piel, y cualquier cosa, por mínima que sea, me haría llorar.
Mi celular comienza a sonar.
Es mi madre.
- ¿Qué pasó, mamá?
- Charls, perdón por avisar a esta hora, tuve que salir de nuevo, pedí permiso para ir contigo al hospital, pero me lo negaron, ya que me necesitan en Guadalajara a las ocho, estoy en el aeropuerto, mi vuelo sale en media hora, fue una reunión de emergencia, ahora dime, ¿por qué regresaste al hospital?
- Es algo que tengo que hablar con papá y contigo, no... - comienzo a llorar, después de tantas horas guardando las ganas - no puedo decirte por teléfono todo esto que siento; mamá, solo te diré que me siento muy mal, emocionalmente, no sé qué es lo que en verdad quiero, Jennifer está conmigo, dormida, terminé con ella esta mañana, se embriagó de dolor y su madre me pidió que la buscase, la encontré en un bar de Cholula y ahora está conmigo; en cuanto tú y papá lleguen a casa, necesito hablar con ustedes, es algo muy delicado, y quiero que lo tomen de la mejor manera posible.
- ¿Vas a empezar nuevamente con ese rollo de que te gustan los hombres? - toma aire y continúa - Charls, si es eso, olvídate de toda posibilidad que tu padre y yo escuchemos eso.
- Mamá, por favor - le digo, secando mis mejillas, que se han mojado con agua salada - ¿puedes dejar a un lado tus prejuicios por un momento? Soy tu hijo, se supone que debo tener una buena respuesta de tu parte.
- La tienes Ludwik, pero yo no estoy de acuerdo con esas cosas, y mucho menos que tú seas así. Ahora, si me disculpas, tengo que abordar el avión.Eso es todo.
Ni un adiós, o un "te cuidas".
Tocar el tema de mi evidente e inevitable bisexualidad la pone de malas, aunque no tanto como mi padre.
Hay tantas cosas que me han dicho, pero ahora puedo ver que solo se han limitado a tolerarme, y no a aceptarme.
Siento como todo mi cuerpo se llena de una sensación de rabia, coraje, un frenesí emocional.
¿Qué he hecho mal? ¿Cuántas personas ya se han enterado de mis preferencias por culpa de Jafet? ¿Qué voy a hacer sin Jennifer, la única persona en este mundo que supo aceptar que tenía un novio bisexual? ¿Cómo llenaré ese vacío? Toda mi esperanza está perdida, no hay individuo alguno en este maldito mundo que tenga la suficiente decencia de cerrar el hocico para que los mensajes se mantengan herméticos. Será cuestión de días para que los rumores lleguen al fraccionamiento y comiencen a murmurar los vecinos, porque, por más educados y buena onda que sean, la naturaleza de todas las malditas personas es propagar los rumores que escuchan, aunque en su mayoría no sean ciertos.
Cuando más necesito a alguien para hablar, es cuando más ocupados están.
No, hay alguien con quien no he hablado.
Hecuba.
Abro la laptop, que está prendida (no recuerdo cuando fue la última vez que la utilicé) y entro a Facebook para enviarle un mensaje a Hecuba, que está en línea, pero descubro que ya me ha mandado quince mensajes durante todo el día, y curiosamente, no me llegó ninguno al celular.
Los mensajes dicen lo siguiente:
"No puedo creer que hayas escapado de la escuela solo por unos mensajes, no debí enseñártelos"
"¿estás ahí? "
"Responde "
"¿Donde demonios estás?"
"¿por qué me llamó tu madre diciendo que estás en el hospital?"
"Charlie ¿todo bien?"
"Contesta, me preocupas mucho "
"¿qué te pasó?"
"Maldita sea, contesta"
"¿por qué no contestas?"
"Ya en serio, responde, no sé que te ocurrió, pasaré después de clases a tu casa"
"¿no estás en casa?"
"¿dónde demonios estás?"
"¿quieres hablar conmigo?"
"Amigo, responde, no sé nada de tí, Jesús fue a buscarte y tampoco te encontró, no había nadie, ¿dónde estás?"Le envío solicitud de video llamada, la acepta al instante.
-¡Stiffler! ¡Me vas a matar de un paro cardíaco! ¿Dónde estuviste?¿qué sucedió?¿Por qué regresaste al hospital? - comienza a farfullar Hecuba.
- Hola Hecu, solo quería hablar contigo, hoy sin duda fue el peor día de mi vida.
-¿Por qué?¿Qué pasó?
-En primer lugar, los mensajes; cuando salí corriendo de la escuela se abrió mi herida, y tuve que ir al hospital para que la arreglaran; en el hospital vi a Jafet, le partí la cara, su padre me pidió que le explicara lo que sucedió, lo hice, hizo llorar a Jafet, me pidió perdón, me besó, no hice nada para evitarlo, Jennifer me vio justo cuando él me besó, terminamos, llegué a mi casa, dormí un par de horas, cuando desperté su madre me llamó preguntando si estaba conmigo, después la localicé con su prima, estaba en un bar de Cholula, fui a recogerla, la traje a mi casa, hablé con mi madre por teléfono diciéndole que estaba confundido otra vez, no recibí ningún apoyo de su parte, y ahora me siento demasiado deprimido, eres la primera persona con la que me he desahogado.
- Charlie, no te preocupes, ya no llores más. Este tipo de cosas suelen pasar, y lamentablemente, le suceden a las personas más nobles y puras.
-No sé qué haría sin tí, Hecuba, no es la primera vez que me escuchas, y te agradezco ese gesto.
-Es lo que hago por la gente que me importa. ¿Quieres que vaya a tu casa?
-No, en verdad, solo necesitaba hablar contigo, aunque sea por internet, de lo contrario hubiera explotado - suelto una pequeña risa.
-Bueno, trata de descansar, ha sido un día muy duro para tí, y qué mejor que dormir para aliviar todos tus males.
- Lo haré, Hecu, gracias por todo.
- De nada Charlie, nos vemos.Chat finalizado.
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Hoja de papel
Teen FictionCreo firmemente que todo llega a su tiempo, y aunque me muera de ganas por ser abrazado, por recibir besos y caricias en la oreja, por sentir la compañía y el calor de alguien que esté a mi lado acariciando mi cabello mientras escribo sobre mis "p...