Capitulo 13

33 1 0
                                    

"Ich renn bergauf, Rolle bergab, durch die Pampa, durch die Stadt."

Es lo que quiero hacer (correr entre las montañas, a través de las pampas, a través de la ciudad), porque el papá de mi exnovio va a operarme, y ahora le voy a deber la vida; bueno, no tanto así, porque mi vida no depende de la operación. Pero lo que si depende es que me saquen la bala para que no contraiga una infección.
- Joven, ¿ya está listo? - me pregunta el doctor Ricardo.
- Claro, cuánto antes, mejor para mi - respondo con pacifismo.
Me dicen que me suba a una camilla que está en el pasillo, lo hago, y cuando estoy sentado sobre ella, me dan el formulario de autorización de cirugía, lo firmo y me llevan al quirófano.
Ya en la sala de operaciones, me hacen quitarme toda la ropa, menos la interior, y me ponen una especie de bata, que está descubierta del hombro derecho y pegada con cinta médica a mi piel. Me recuestan en la camilla, me introducen un catéter para suero intravenoso en el antebrazo izquierdo; veo como entran unos seis doctores a la sala, que supongo me van a sacar la bala. Me ponen una dosis de anestesia, un nebulizador con algún medicamento en vapor que hace que me entre sueño.
Lo último que veo antes de quedarme dormido, es la luz de la lámpara que está sobre mi cabeza.

Abro los ojos y veo que me encuentro en la misma sala de observación que la vez pasada,  aunque quien sabe,  esto es un hospital,  y todas las salas se parecen.  Es un cuarto para una sola persona,  está pintado de blanco y huele a algún producto antiséptico.
Me apoyo en mis manos para poder levantarme,  pero siento un piquete muy agudo en el hombro derecho y caigo de espaldas en la cama.
Tengo una bata de papel (literalmente)  ya que es demasiado ligera y siento el frío aire recorriendo todo mi cuerpo.  Tengo un catéter en el antebrazo izquierdo,  con una manguera que llega hasta una bolsa con suero intravenoso. Volteo a ver en la mesita que tengo a mi lado izquierdo y veo un frasquito con un líquido amarillento,  que supongo es alcohol,  pero también tiene un objeto que no puedo distinguir. Estiro mi mano,  cojo el frasco y lo veo mejor.
Es la bala que me extirparon.
¿Cuánto tiempo estuve dormido? ¿Horas? ¿Días?  No lo sé.  La idea me da vueltas en la cabeza y me hace sentir demasiado solitario.
Oigo que abren la puerta,  y pienso que quien va a entrar es mi padre o mi madre,  pero quien entra,  es alguien a quien realmente no esperaba ver.
Jafet.
Trae consigo una caja envuelta con papel azul oscuro (mi color favorito)  y una orquídea roja.
- Charls - dice,  con una inocencia que casi parece real - ¿ya estás mejor ?
- ¿Qué haces aquí?  - le espeto.
- Ayer vine a ver a mi padre, y me dijo que había operado a un chico de dieciocho años llamado Charls, que había recibido un balazo en el hombro, y bueno,  quería aclarar algunas cosas.
- Primero quieres joderme la puta vida,  y ahora quieres aclarar cosas ¿que ocurre contigo,  Jafet?
- Exactamente quiero hablar de eso.
- Bueno,  adelante.
- Charls, como te dije,  lo del centro comercial fue pura coincidencia,  no pensaba verte ahí,  fui a comprar ropa a Mecánico Jeans,  no pensé que reaccionaras de esa manera al verme,  quizás recordaste mi promesa de venganza;  el punto es que leíste mis mensajes,  te tomaste la molestia de ir hasta mi casa para partirme la cara,  bueno,  aunque tu objetivo era asesinarme,  después de eso solo estuve inconsciente por seis horas y me diagnosticaron un pequeño traumatismo encefálico,  esa fue la razón por la cual me desmayé. No me molesta en absoluto que me hayas dado una paliza,  y lo sabes.  Lo único que me molesta es que tengas novia,  que ahora a ella le prometas las mismas cosas que a mi.  ¿Sabes cuanto tiempo estuve en depresión?  ¿Tienes idea de lo difícil que fue para mí aceptar la realidad de que tú ya no ibas a estar nunca conmigo?  Ahora creo que si tienes una idea de lo que se siente,  pero antes de este pequeño incidente dudo que lo hicieras.  Sabes que te odio con todas mis fuerzas,  Charls,  porque aún me duele que me hayas dejado por andar con Jennifer y no se cuantas mujeres más.
-  Entonces, ¿qué haces aquí y por qué me trajiste un presente y una orquídea roja?
- ¿no te das cuenta?  Porque quiero que mi rival esté a mi nivel,  no quiero jugar sucio;  si quiero destrozarte,  necesito que te repongas para ver como caes de nuevo,  además, no es algún presente en especial,  y la orquídea,  es porque bueno,  es algo simbólico que pronto comprenderás.
- Gracias,  pero estaba mejor sin tí.  Ahora te pido que por favor te vayas de aquí,  no tolero verte tan cerca de mí.
- Está bien,  me voy Charls Stiffler.
Pone la caja en la mesita junto a la cama,  y me besa en la mejilla, cosa que me hace estallar de furia.
- ¿Que te pasa imbécil?  - le grito - lárgate hijo de puta,  no te quiero volver a ver.
Se va.

Pasan unos quince minutos,  y entra otra persona,  esta vez,  si me alegra su visita.
- Mi amor - exclama Jennifer - ¿que te pasó Charlie?  ¡Es increíble que haya pasado tan rápido! .
Se suelta a llorar.
- Tranquila Jen - le digo - no pasó nada,  solo una bala y ya,  no me mató,  aquí estoy contigo, no tienes de que preocuparte.
-Vine en cuanto me enteré que estabas internado,  tus papás no dejan de preguntar por tí,  llegaron ayer en la noche después de que William les habló por teléfono.
- ¿Qué día es hoy?
- Es lunes,  tu operación fue a las seis de la tarde,  y después de eso,  dormiste toda la noche hasta ahora.
- ¿Qué hora es,  Jen?  - le pregunto.
- Son las diez de la mañana.
- ¿Qué? - exclamo  con evidente sorpresa.
- Si,  es la hora de visita,  cuando venia para esta habitación, tus padres estaban hablando con el doctor que te operó , y me dijeron que pasara yo primero.

Jen observa la caja azul.

-¿Y esta caja?  - dice,  sosteniendo el regalo.
-Ah,  me la trajeron hace un momento - digo,  con nerviosismo.
- ¿Quién te la trajo? - alza la vista y ve la orquídea. También la toma.
- Adivina quien.
- No tengo idea, Charls - dice,  examinando la flor y la caja.
-El mismísimo Jafet en persona.

Veo que Jen pone cara de sorpresa.

- ¿Y se lo aceptaste?  - dice, con un poco de ira en sus ojos.
- Bueno,  es de mala educación rechazar un presente,  y más en la situación en la que estoy.
- ¿Pero por qué se tomó la molestia de venir a visitarte?  Un momento. Y ¿cómo sabe que te balearon?
- Su papá es el doctor que me operó,  ¿el sujeto con el que mis padres hablaban era un tipo alto, con barba, ojos y cabello claros?
- Si - responde Jen.
- Pues él es su papá.
- Pero aun así ¿por qué te trajo un presente y una orquídea?
- Supongo que el presente y la orquídea tienen algo en común,  al menos así lo interpreto yo,  porque antes de que lo hechara, me dijo que la orquídea era algo simbólico que pronto entendería. - ¿Simbólico?  - dice Jen,  con cara de confusión.
- No lo sé, Jen,  espero pronto entender eso.
- Veamos que hay en esta caja.
 
Comenzamos a quitarle el envoltorio a la caja,  la abrimos y nós encontramos con un paquete de chocolates y una nota que dice.

"Charls Stiffler :
Me tomé la molestia de darte estos dulces como muestra de afecto y sensibilidad de mi parte,  quiero que sepas que aun no supero tu partida,  y ponte a pensar ¿Te ha dado Jennifer detalles como este? 
La orquídea es todo lo que tú perdiste cuando me dejaste,  ahora te lo devuelvo para ver si devolviéndote esto,  vuelves más sensible tu frío corazón
Te odio Charls,  pero no puedo superar esto, y pronto lo pagarás".

Sí que lo hice más sensible,  pero por ver que a Jennifer le salen lágrimas de sus ojos.

- Charls, dime que esto es una broma, dime que es lo que realmente sientes por él.
- Jen - le digo,  exasperado - ya te dije que yo lo odio,  no puedo volver a verle, entre él y yo ya no hay nada que ver,  es parte de mi pasado.
- Entonces,  no dejes que tu pasado afecte tu presente y destruya tu futuro.  Haz algo por favor,  Charls,  en serio que todo esto es muy difícil para mí;  desde el Jueves no he dejado de preocuparme por todo lo que me di cuenta,  al grado de dudar si en verdad me querías.
- Claro que te quiero Jen,  yo te amo,  juntos vamos a salir de ésta, no dejaré que ese imbécil dañe lo que hemos construido durante todos estos diecinueve meses.
- Espero pronto despertar de este horrible sueño,  no quiero vivir así por siempre,  pero tampoco quiero perderte Charls.

Nós abrazamos,  y cuando Jen tiene que irse le pido que tire los chocolates a un bote de basura,  así lo hace.
Pero yo me quedo con la flor.
Si Jafet dice que es todo lo que yo perdí,  y ahora me lo devuelve, es hora de perder para siempre lo que ya me es inútil, y cortar toda relación con mis sombras más oscuras.

Hoja de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora