Capitulo 17

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El doctor Pacheco se queda perplejo, con una expresión ininteligible, pero algo se asoma en sus ojos: decepción.
Conozco esa expresión, porque cuando yo les dije a mis padres que era bisexual, mi padre puso la misma expresión que el doctor Pacheco, y enseguida me dijo: -" Te tenía en un concepto muy alto Charls, y ahora me has decepcionado bastante con ésto que me acabas de decir ". Después de eso, se levantó del sillón y se salió con el coche. No llegó hasta la noche del día siguiente.
Me preparo para recibir un golpe por parte del doctor, pero quien lo recibe es Jafet.
La enfermera llega por detrás, y parece que no se dió cuenta de la pequeña pelea entre Jafet y yo, porque me dice enseguida.
- Vamos, ya esta todo listo para tu curación.
Camino hacia la sala de curación, me topo con miradas clavadas en mí, que van desde sorpresa, hasta admiración, o al menos, es lo que puedo interpretar; y no puedo evitar sentirme culpable de algo que yo no inicié.
Llegamos a la pequeña y antiséptica habitación donde hacen curaciones, me sientan en la camilla y me piden que me quite la camisa; lo hago y dejo la herida en manos de las tres enfermeras. Esta vez no utilizan algún tipo de anestesia, y cuando pasan una gasa mojada con alcohol, dejo escapar un alarido que, supongo, se escucha por todo el hospital. Ya te imaginarás el dolor.
Inmediatamente, pasan una segunda gasa, pero esta vez, tiene agua oxigenada, que solo hace burbujas en la herida, y detiene el sangrado en cuestión de unos cuarenta segundos.
Dos enfermeras salen, y me quedo con la guapa.
-¿Qué le hiciste al hijo del doctor Pacheco? - me dice, mirándome a los ojos - mejor dicho, ¿qué te hizo para que lo atacaras?.
- Es una larga historia - contesto, desviando mi mirada de la suya.
- No tienes por qué ocultarme nada, Charls, yo sé que el hijo del doctor es homosexual, y mi hermano anduvo con Jafet, por lo que tuve la certeza, o quizás la desgracia de conocer su lado más agresivo.

La respuesta de la enfermera me deja en desconcierto, y perplejo, sin saber que responder. Pero al final, cedo y le cuento lo de los mensajes, ella pone una expresión similar al asombro.

- ¿Qué tienes pensado hacer? - me pregunta - lo que Jafet hizo es considerado un delito, y puede castigarse con cárcel, además, si hay un proceso legal, porque ambos son mayores de edad, así que, puedes optar por levantar una demanda en donde quede asentado que denigró tu dignidad, y ahora temes por las secuelas que esto te pueda causar.

La idea que me acaba de dar la enfermera no suena mal, pero al levantar una demanda en contra de Jafet, el caso se llevará por lo menos dos años en resolverse, y es lo que no quiero, esperar para que Jafet pague lo que me hizo.

-No - digo, con una voz apenas audible - no lo haré.
- Pero Charls, él...
-Ya lo sé, es un delito lo que hizo, pero son procesos muy largos, y yo quiero que sufra las consecuencias de sus actos lo más pronto posible.

En ese momento, entra el doctor Ricardo Pacheco, con Jafet a su lado.

- Gisela, sal por favor - dice el doctor, con un tono exasperado y autoritario - necesito hablar con el paciente.
- Claro doctor.

Sale la enfermera, y en cuanto lo hace, el doctor me mira fijamente de pies a cabeza, con una mirada que intimidaría a cualquiera.

-Supongo que ya sabes por qué estamos aquí, Charls - me dice el doctor, con dureza - y esto debe solucionarse de la manera correcta y en el momento correcto.
- No entiendo que me quiere decir - le digo.
- ¡Claro que lo sabes! - me espeta - hubo algo entre tú y Jafet ¿no es así?

Me quedo mirando al doctor a los ojos, sin saber qué responder; solo me quedo callado, buscando las palabras correctas para decirle todo al respecto sin que se me salgan palabrotas.

-Sí - contesto finalmente.
- Jafet - se voltea el doctor - ¿eso es cierto?
Me mira con ira, con su respiración cortada, y formulando la respuesta en su mente.
- No - dice Jafet - nunca hubo algo entre él y yo, es la primera vez que veo a éste tipo.
El comentario me llena de coraje y me levanto, enfadado.
-¡No trates de negar lo que pasó con nosotros Jafet! - le grito, e inmediatamente, su papá me pone una mano en mi estómago para que no de un paso más - ¡tú y yo fuimos novios, no se lo niegues a tu padre! ¡Dile en este instante la verdad!
- ¡Está bien! - contesta - ¡Sí, anduve con Ludwik, y sí, yo mandé esos mensajes a sus compañeros! Lo quiero ver destrozado, que no pueda levantarse de esto; quiero que sufra como él me hizo sufrir a mí después de que me cambiara por su estúpida novia Jennifer.

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